Bildu no condena… o condena según le convenga

Todos conocemos los problemas de la izquierda abertzale a la hora de condenar el terrorismo de ETA. Decimos “problemas”, en plural, porque se supone que hay más de un problema. El primer problema, evidentemente, es determinar si los terroristas de ETA son asesinos o los héroes de Euskal Herria. Si no lo tienes claro no sólo no los condenas sino que los llamas presos políticos, pides su excarcelación, cambias su impunidad por los presupuestos y les montas un ongi etorri. Pero es que además se supone que la izquierda abertzale tiene un problema semántico con la palabra “condena”. La condena es un concepto de origen cristiano y moral burguesa inaceptable para la neolengua revolucionaria abertzale. Por tanto hay que buscar, se supone, palabras alternativas como rechazo. Lo que pasa es que rechazar y condenar son conceptos distintos. Una cosa es rechazar una copa de vino y otra condenar su consumo. Tampoco es por lo demás que la izquierda abertzale haya mostrado mucho «rechazo» efectivo por la violencia de ETA y los terroristas que la ejercían.

El problema con la izquierda abertzale, aunque hay que ver la de problemas que tiene la izquierda abertzale, es que ni siquiera puede ser coherente con su propio discurso. Así, por ejemplo, la izquierda abertzale se ha pasado décadas evitando la palabra condena para referirse al terrorismo de ETA, pero en cambio ahora vemos que no tiene problemas para apoyar declaraciones de condena cuando es el estado de Israel el condenado.

Si es para condenar a Israel, por lo visto sí que rige la moral cristiana y el vocabulario burgués. La masa que simpatiza con la izquierda abertzale puede asistir impasible al hecho de que no se condene la violencia de ETA, pero en cambio no entendería que no se condenara la violencia en Gaza. Una cosa es que mate a gente en Oriente Medio que no conoces de nada, y otra tener que condenar al vecino que odias porque no es abertzale, o porque está a favor de la energía nuclear, o porque no quiere que Navarra sea anexionada por la CAV, o porque quiere construir una autovia o un pantano, o porque por la razón que sea la izquierda abertzale dice que se le puede matar.

La conclusión final es que la izquierda abertzale no tiene en realidad un problema con la moral cristiana, o con la moral burguesa, o ni siquiera con la coherencia, sino que tiene un problema con que hay una violencia, la suya, que no ha estado, no está, y no parece tampoco que vaya a estar dispuesta a condenar. No por problemas con la palabra “condena”, sino porque esa violencia en el fondo no le parece mal.

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