Arrepentidas de abortar y arrepentidas de cambiar de género

Que haya personas arrepentidas de cambiar de género no es noticia. ¿Cómo no va a haber personas arrepentidas de cambiar de género cuando estamos jugando a confundir a los niños desde el colegio sobre su género y a convertir los cambios de género, las hormonaciones o las mutilaciones en una moda y en una tendencia? Lo que es noticia es que esto sea noticia. O sea, que toda esta gente que empieza a sufrir los catastróficos efectos de esta ola de frivolidad, empieza a no ser ocultable y a asomarse a los titulares de las noticias. Nos habían vendido la ideología de género y la autodeterminación de género como la fórmula mágica para resolver los problemas de identidad de un pequeño porcentaje de personas. Ahora resulta que está aumentando por contagio ambiental el número de personas con ese tipo de problemas de identidad y no sólo es que encima no se les está arreglando el problema, sino es que además se les está creando otro problema añadido. ¿Cómo se deshace después una mutilación para regresar o lo que sea al género previo?

En esta misma línea, es noticia que las mujeres arrepentidas de haber abortado empiecen a encontrar también un hueco en las noticias. De entrada que se le de visibilidad al hecho de que existen mujeres arrepentidas de haber abortado, que por tanto se deje de trivializar el aborto y de venderlo como un remedio milagro sin efectos secundarios. Para empezar el primer efecto de un aborto es la eliminación de una vida humana, ¿es posible conseguir la felicidad y la serenidad como efecto secundario de eliminar una vida humana que además es inocente y la de tu propio hijo? ¿Es posible o hay que ocultar la verdad al respecto?

Todo indica que la subcultura woke, poco a poco, está dando lugar pese a todos los recursos con los que cuenta a un gran pendulazo. ¿Cuál es el motivo? Pues que toda la subcultura woke se nos vendió bajo la premisa de que íbamos a ser felices abrazando sus postulados y desprendiéndonos de la supuesta oscuridad de la que venía a liberarnos. El problema es que el pensamiento woke se ha hecho dominante y lo que ahora empezamos a ´recibir no es la felicidad, sino las catastróficas consecuencias de la aplicación de su recetario. La cultura woke no está cayendo por todos los canales de TV que controlan sus adversarios, sino porque la gente empieza a padecer sus resultados. Por eso va ser difícil frenar ese pendulazo. No digamos si el intento de frenarlo pasa por intensificar el acelerador woke en vez de por relajarlo.

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