Este domingo hemos celebrado una vez más la Fiesta Nacional y el Día de la Hispanidad. Por un motivo o por otro, todos los socios de Sánchez han estado ausentes en cualquier acto de celebración. Para empezar la mitad de los socios de Sánchez lo que quieren es destruir España, así que malamente van a celebrarla. Lo preocupante es que el precio que le cobran a Sánchez por su apoyo es la entrega de herramientas para la desarticulación de la nación. En este sentido lo pintoresco es que Sánchez acuda a los actos de celebración mientras arma a sus socios para destruir la nación.
La otra mitad de socios de Sánchez odian también la patria común. A las gentes de Podemos y Sumar se les puede encontrar con el logo de la Agenda 2030, con ikurriñas, con banderas catalanas, con banderas gallegas, con banderas palestinas, con banderas comunistas, o con banderas LGTB, pero no con la bandera de España, y mucho menos con la bandera rojigualda. Hay una razón y es el odio a la libertad.
Hay un problema con la patria, y es que se trata de un concepto superior al de partido. En el partido sólo cabe la gente que piensa igual, mientras que la patria cabemos todos, puede que incluso los antipatrióticos. En cualquier caso el concepto de patria es mucho más amplio y plural que el de partido. Es por esto en el fondo que la izquierda, a veces muy explícitamente, abraza el partido y rechaza la patria. La patria es un conjunto contaminado por los que piensan diferente. Es por esto que la izquierda antepone las banderas y los símbolos ideológicos. Los suyos, por supuesto. Le estorban los símbolos comunes o los que exceden la lucha partidaria.
Podría pensarse que esto es un mal común a todas las izquierdas de todo el mundo, pero lo cierto es que aqueja muy particularmente a la izquierda española. ¿Cuál es la razón? Por lo anteriormente expuesto, la explicación sería que la izquierda española sería una izquierda particularmente sectaria y excluyente. El último barómetro del CIS puede decir cosas muy descabelladas, pero refleja la polarización de la izquierda española. A los izquierdistas españoles se les queda pequeño el extremo de la escala. Hay más izquierdistas españoles al extremo de la escala que en cualquier otro punto. A esta gente, lógicamente, no le gusta el que piensa distinto ni un proyecto común como patria.
Para gente como Otegui, Iglesias o Belarra, patria es lo que quedaría después de matar, echar o encarcelar a todos los que piensan distinto. El modelo en el que buscan una referencia es Cuba, Venezuela, el Partido Comunista Chino o la teocracia caníbal de los aztecas. Lo que sea antes que España. No podían faltar por tanto todos los desatinos históricos de costumbre también en la celebración de este año. Moctezuma era un demócrata y Maria Corina Machado es Hitler. Este es el nivel de la izquierda española.
