Rápidamente se apresura el Sr. Chivite para dar una “colleja” (otra más) en el cogote del Presidente. Comienza por requerirle para que antes convenza a su “padre político” (el Partido Popular) en cuanto a reformas constitucionales.
Afirma Chivite que para el PSN no es prioritaria la supresión, pues la inclusión de los nombres de las CCAA en la reforma que el PSOE propondría “dejaría sin efecto per se” el mecanismo previsto en la controvertida Disposición (¡).
Recomienda al Presidente “prudencia y serenidad en este tipo de mensajes, que no son adecuados” (no concreta para qué o quién). Califica de “muy graves” las referencias del Sr. Sanz a la “indecente y muy cara manifestación del 17 de marzo”.
Termina el socialista tildando los recientes mensajes del Presidente de “simple pose coyuntural, ya que UPN ha aceptado sumisamente ser la franquicia del PP en Navarra”.
Lamentablemente, todo esto no es nuevo. Ni las “puyitas” ni la sumisión. Pero no aquella sumisión de que habla el Sr. Chivite, sino otra evidente: la rendida a los “Pepiños”, Chivites y cía. De otro modo resulta incomprensible la continua “excusatio non petita” de algunos, por ej, por justificar el apoyo a Rajoy ante las elecciones generales no en el pacto UPN-PP (faltaría más), sino por ser aquél el candidato mejor considerado; o el replanteamiento de la “voz propia de UPN en Madrid”, etc.
Si el PP no es el padre –como parece probable-, debería haber menos complejos. O actuar en consecuencia. Y si hay dudas, el PP debería hacerse las pruebas del ADN, aunque sea por su honorabilidad.