Pero seguro que de la muga para adentro tiene que haber algún Pizarro. Más de un profesional de la poltrona temblaría si salta a la arena un profesional de lo que sea dispuesto a ganarse el puesto en el hemiciclo, en el salón de plenos, en el despacho oficial, etc., y además lo hace con vocación de servicio (¿qué es eso?). Y es que entre nuestra clase política son legión quienes dicen haber dado lo mejor de sí mismos durante años, los que están a poco de la jubilación, esos otros que están en mala edad para dejarlo, los que acaban de empezar briosamente…Como diría el castizo, para la despedida nadie encuentra el “conque”.
Sin tener un Pizarro, ya lo estamos echando de menos. Qué debe de ser la sensación de no dejar indiferente a nadie –aquí ni se recuerda-: seducir a unos, sublevar a otros. “Algo habrá hecho…” Ya lo creo, lo de defender a los tuyos como si fueran propios no se perdona. Por eso, a alguien así no se le puede ver desde la bancada de enfrente. Y desde la propia habrá quien lo haga con recelo.
Aunque bien mirado, no van a ser más listos los de Teruel que los de Navarra. Por eso, me ratifico: Pizarros forales, haberlos, haylos. Lo que aquí faltan son cazatalentos que tengan el coraje a llevarlos de compañeros en sus filas. Hay que entenderlo: el miedo es libre…