Aritméticamente, UPN sólo tiene 22 parlamentarios forales, 24 sumando los del CDN. Es decir, que hace falta una alternativa a la pérdida de la mayoría absoluta. Una mayoría que, efectivamente, es muy difícil de conseguir, aunque no imposible. Aritméticamente, el bloque Nabai, PSN e IU suma 26 escaños, con lo que no hace falta ser un lince para hacerse cargo de la naturaleza del problema. Si queremos evitar que la alternativa a la mayoría absoluta de UPN sea un gobierno Nabai más PSN, tenemos que ser capaces de construir un tercera vía.
Aritméticamente, esta vía sería una coalición UPN-PSN. Esa vía, para ser eficaz, requiere la separación del PP y UPN. Esto es así porque, evidentemente, la implicación del PSN/PSOE es muy difícil en caso contrario.
Una UPN autónoma tendría por consiguiente la posibilidad de pactar tanto con el PSN como con el PP si éste se presentara con sus propias listas. Si los electores navarros favorecían la aritmética UPN-PSN, entonces habría un gobierno de izquierda. Y si la aritmética electoral favoreciera una mayoría absoluta UPN-PP, entonces habría un gobierno de derechas. De esta forma, UPN se convertiría en un partido bisagra y Nafarroa Bai quedaría fuera del gobierno salvo que obtuviera el 50% de los votos.
Si me apuran, a estos efectos es mejor romper el pacto con el PP que conservarlo. Por una parte, la estrategia de UPN para poder pactar con el PSN y hacer de bisagra quedaría muy maltrecha manteniéndose el pacto. Por otro lado, si UPN pacta con el PSN y falta el PP, faltaría una oposición de derechas en Navarra a ese gobierno pseudo-progresista. Yo, personalmente, echaría de menos ese discurso. Necesitamos a alguien a la derecha de UPN que sí sea políticamente distinguible de Fernando Puras. Yo, al menos, sí lo necesito. Diría incluso que la capacidad de elección democrática exige esa presencia. Tengo además el temor de que, al convertirse en partido bisagra, UPN pase a ser un partido con un único punto en su programa, consistente en evitar un gobierno de Nabai. Esto, salvando las distancias, es una oferta política tan pobre como la del Partido del Cannabis o el partido de los cazadores.
Otra cosa es que, según yo lo veo, don Miguel Sanz se ha cargado el pacto sin ir de frente. Esto de que me busco una querida pero quiero seguir estando casado contigo es poco razonable. Sí, ya sé que hay una cláusula, pero que interpretada como lo hace don Miguel recuerda sospechosamente al famoso “cariño, esto no es lo que parece”.
Cabe la posibilidad de que don Miguel realmente no quiera romper con el PP, pero entonces cae toda la estrategia anterior. En ese caso, haber puesto en riesgo el pacto con el PP por un mendrugo de pan no tendría sentido.
Lo que sí creo, es que lo que se haga hay que hacerlo con las formas más suaves y exquisitas. Los votantes de UPN y el PP no somos enemigos. No podemos levantar un muro entre nosotros. El pacto UPN-PSN tiene que ser un mal menor, una alternativa a un pacto PSN-Nabai, pero el objetivo prioritario debe ser un pacto UPN-PP.
Porque no sé si “más PSN es más Navarra”, como dice don Miguel, pero más PSN es más EPC, más PSN es más negociación con ETA, más PSN es más aborto, más PSN es más paro, más PSN es más intervencionismo, más PSN es más anticatolicismo, más PSN es más déficit, más PSN es más sector público, más PSN es más deuda. Por eso digo que las cuentas cuadran, pero a martillazos.
Por último, la jugada de don Miguel tiene un precio personal, y es que seguramente su presencia –si se materializa la ruptura- hará imposible un futuro acuerdo PP-UPN. Es decir, que a partir de la ruptura Miguel Sanz puede ser un estorbo. Espero que él mismo sepa reconocerlo llegado el momento.
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