Yo además añadiría la Segunda República a la lista de repúblicas totalitarias. A estas alturas, y de la mano de Izquierda Unida, no tiene sentido venir a recordarnos que el comunismo defendía la democracia en 1931. No sólo es que hay que cargarse la historia reciente de España, es que además hay que borrar el siglo XX de la historia. El PSOE y el PCE, en 1936, no tenían otro programa que la implantación en España del modelo soviético de la URSS. El que tenga alguna duda al respecto, que se documente. Y ante el modelo soviético de la URSS, incluso la odiosa dictadura nazi palidece en comparación.
De todos los ejemplos republicanos que existen en el mundo, el de la Segunda República española es sin duda de los últimos a adoptar como ejemplo. Hasta los rojos acabaron siendo víctimas del terror rojo. Que se lo pregunten a Andreu Nin o a los brigadistas a las órdenes de André Marty, “el carnicero de Albacete”. Por lo demás, es duro tener que explicar a estas alturas la diferencia entre una monarquía parlamentaria y un régimen totalitario.
Por tanto, la cuestión no es si queremos ser más o menos libres por tener unas república o una monarquía parlamentaria, sino si queremos ser como Italia, EEUU o Francia. A propósito, tan sólo citar que Francia renunció a la Monarquía, pero no a la guardia de coraceros. Vamos, que decidieron ahorrar en otra cosa. Y la verdad, entre Sarkozy y Juan Carlos me quedo con la Bruni…. digo con don Juan Carlos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que cualquiera puede ser una república, pero no cualquiera puede ser una monarquía. Los EEUU, por ejemplo, no podrían ser una monarquía aunque quisieran. La historia de un país antiguo, como el nuestro, es la historia de sus reyes. Contando la historia de sus reyes, conocemos la historia del país, y así se cuenta en los libros de historia. Forma parte del patrimonio histórico nacional, con lo bueno y con lo malo. La república, por tanto, es una necesidad para los países sin pasado, como los EEUU, pero no para nosotros.
Y así llegamos a la república de Euskadi, que por lo expuesto no tiene más remedio que conformarse con el status de república utópica. Los independentistas euskadianos, efectivamente, no tienen más remedio que ser republicanos. Ellos tampoco pueden elegir.