Actualmente existe un debate a nivel mundial sobre la energía nuclear, su mayor o menor contribución como fuente energética, su posible aportación como elemento de lucha contra el cambio climático y sus costes de generación. El texto de Navarra Confidencial se suma a este debate y alude al último aspecto.
A la hora de analizar los costes de generación eléctrica, es decir, cuánto nos cuesta producirla, sea del tipo que sea, también la nuclear, debemos tener en cuenta todo el proceso relacionado con la misma. Esto implica evaluar los costes de todo el proceso para disponer de los mismos elementos de comparación para cada tipo de energía. Desconozco si esta regla ha sido aplicada en la información del boletín del 7 de febrero, por cuanto se informa de una comparación genérica de costes, sin especificarlos, entre la energía eólica y nuclear. En el caso de la nuclear, los gastos que deben ser imputados no pueden limitarse única y exclusivamente, como viene siendo habitual, a los costes de generación y actividad de una central de este tipo, sino que deben abarcar todo el proceso. De este modo, si imputamos los gastos de extracción del mineral necesario y, sobre todo, los costes de eliminación de los residuos radioactivos creados, la factura final de la energía nuclear crece ostensiblemente y su comparación ya no resulta tan favorable. El mismo razonamiento debemos aplicarlo a los combustibles fósiles, cuya factura de generación no es asimilable a los costes de extracción, refinado y distribución del petróleo y sus derivados, sino también a los efectos sociales y ambientales que todo el mundo conoce, provocados por su utilización masiva en el mundo actual.
Las energías renovables no son la panacea al grave problema energético y medioambiental de nuestra sociedad moderna. Tampoco la eólica. Es utópico pensar que las fuentes renovables serán capaces de cubrir el 100% de la demanda energética de nuestra sociedad occidental. Todas las energías tienen sus inconvenientes y la imposibilidad de controlar el recurso viento es uno de los principales para la eólica.
Sin embargo, Navarra ha demostrado lo que hasta poco más de una década era impensable: las energías renovables se han convertido en una fuente de generación viable y con una contribución cada vez más importante para dar respuesta a la demanda de energía. Navarra debe sentirse orgullosa de su desarrollo eólico, que sirve hoy de referencia internacional. Las energías limpias, además de ser una fuente de producción, se han convertido sobre todo en un vector de desarrollo socioeconómico y equilibrio territorial, con una decisiva contribución al progreso de nuestra comunidad.
Jefe de Gabinete del Departamento de Innovación, Empresa y Empleo del Gobierno de Navarra.