La concepción del Estado fallido

Sin negar que sean más ciegos quienes no quieren ver (con todo mi respeto), claro me queda que el Estado, entendido como ente de organización política que ejerce el monopolio de la violencia, no deja de reducirse a un constante problemático (tendencia a expandirse, en detrimento de una sociedad a la que va anulando).

No obstante, no se vive igual bajo cualquier Estado, incluso si están en áreas geográficas y/o culturales similares. Puestos a poner ejemplos, la vida y las oportunidades no son iguales en la comarca del Campo de Gibraltar que en el municipio de Pozuelo de Alarcón. Tampoco es lo mismo estar bajo las directrices del gobierno texano o de la monarquía liechtensteiniana que depender de Mauricio Macri o Quim Torra.

Por ello, cobra sentido establecer una clasificación adicional conforme a la cual existen Estados que no son ya problemáticos (también en la medida en la que se corrobora que los minarquistas yerran al creer que el Estado es el mejor garante de la vida, la libertad y la propiedad), sino completamente fallidos, por una situación harto caótica que incentiva, principalmente, al éxodo.

No necesariamente tiene que haber unos niveles absolutísimos de pobreza y miseria ni una nulidad plena de libertad de expresión. En otras palabras, no hace falta llegar al «extremo» de Cuba y Venezuela (ni tener a Alexis Tsipras) para ser considerado como un Estado fallido. Basta con sufrir algunas de las graves consecuencias del socialismo, en cualquiera de sus modalidades (incluida la ingeniería social).

Por razones comprensibles, máxime cuando estamos, directa o indirectamente, adoctrinados de modo que veamos el estatismo como algo vital, igual que una buena concentración de oxígeno en sangre, muchos tendrán complicada la asimilación de este concepto (soy consciente de que existe una «falsa inseguridad» bastante peligrosa).

Por ello, recurriré a una serie de ejemplos que facilite la abstracción comprensiva (no son todos pero, algo es algo, ¿no creen?) de lo perjudicial que es «tratar de ser pionero» en políticas de planificación centralizada en cualquiera de sus modalidades (ya sea a nivel nacional o continental) o, en otras palabras, «pasarse tres pueblos». Estos se exponen a continuación.

Argentina

Pese a las esperanzas depositadas, hace unos años, en cierto peronista cuyas iniciales contienen dos emes seguidas frente a una corrupta desastrosa que pretende volver a las andadas político-electorales, la situación económica y política no deja de oscurecerse en el otrora Virreinato del Río de la Plata (algo más que un mero callejón sin salida). Como prueba de ello, los siguientes datos:

México

De acuerdo con The Heritage Foundation, la efectividad judicial y la integridad del gobierno presentan una puntuación totalmente negativa cuando al país fundado por Hernán Cortés nos referimos. Podemos hablar de una especie de corrupción política, pero el problema de fondo es la situación de inseguridad y tensión causada por los narcotraficantes, que tienen sometida a buena parte de la maquinaria estatal mexicana.

La llamada «guerra contra las drogas» no ha logrado acabar ni con el consumo de drogas ni con el tráfico de las mismas. Más bien, se invierten grandes cantidades de dinero estatal que, en este caso, solo han servido para fortalecer a las mafias así como a determinados cárteles. De hecho, la única esperanza para los mexicanos es secesionarse y declarar nuevos territorios con plena independencia.

Extremadura, España

No hablamos de un Estado, aunque dada la configuración política española, podemos hablar de un mini-Estado (de todos modos, la cuestión es el proceder de este gobierno regional). Como sujeto residente en territorio dominado por el mismo, puedo corroborar sobre lo corroborado que tenemos lo que es el pleno reflejo de una sociedad muy dependiente de la administración y obnubilada.

La Junta de Extremadura es todo un «paraíso funcionarial» a nivel nacional mientras que la presión fiscal es de las más elevadas. Se es también líder en asistencialismo y presión burocrática (aparte del «beneficio» del P.E.R.). Así que no extrañe que sigan votando a socialistas de cualquier tipo para seguir siendo líderes europeos en paro y pobreza, así como en exiliados.

Cataluña, España

Pese a que se está procesando judicialmente a los dirigentes y líderes políticos del bloque nacional-catalanista y golpista (quizá no todos los lectores no hispanos lo sepan), la amenaza del nacional-catalanismo no se ha desvanecido (de hecho, puede que con el tiempo lleguemos a lo mismo en Asturias y Navarra). La brecha social se agranda mientras que el liberticidio hispanófobo se recrudece.

El dialecto catalán se sigue imponiendo, igual que ocurre con versiones de la Historia y de la realidad que hablan, entre otras cosas, de una «nación catalana» que no existe, así como de una natalidad catalana de ciertas figuras relevantes que es totalmente incierto. La competencia educativa, la televisión autonómica y otros medios propagandísticos lo facilitan.

De hecho, dado su izquierdismo, la unión de socialistas y comunistas (PDECAT, ERC y CUP) no es nada benefactora para la economía. La incertidumbre y la nula fiabilidad en el sentido estrictamente económico propician el éxodo tanto de empresas como de estudiantes que buscan librarse del infierno del totalitarismo nacionalista en el entorno académico.

Suecia

Este país nórdico es toda una referencia para la izquierda, también en lo económico, por su supuesto prototipo de «Estado de Bienestar». Hablamos de algo que si no funciona peor es debido a que, en su momento, el utilitarismo impulsó ciertas reformas que lo hicieran más amigable con el mercado, aunque no por ello se libra de ineficiencias (la sanidad sueca no es mejor que la estadounidense, por ejemplo).

El Estado sueco es bastante hipertrofiado (la libertad fiscal y la laboral están bastante obstruidas). Pero no es ese su único problema. La ingeniería social frankfurtiano-gramsciana, partidaria del multiculturalismo, ha abocado a los suecos a la inseguridad. La liberticida ley islámica se impone en buena parte de los barrios de Estocolmo mientras que las violaciones sexuales se han disparado.

Una vez enunciados estos casos, he de reconocer que no he expuesto una lista completa, sino una selección con los rasgos más característicos de cada cual. De todos modos, aguarden calma y paciencia debido a que aparte de hablar de lo que igual otros no lo han hecho, mi intención era también que la afirmación se comprendiera mejor.

Lo que se conoce como situación de caos no se debe a la insuficiencia de monopolio de violencia ejercido, sino al exceso de estatismo. El artificio del Estado es todo un problema, un perjuicio para los derechos naturales -de concesión deística. Pero del mismo modo que no todos los cánceres son igual de agresivos, no todos los Estados han agravado sus medidas socialistas tanto como para ser fallidos.

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