No se me ocurre nada mejor, ni a mí ni a mi amiga del alma, ni más breve ni más expresivo, para traducir racionalmente a escritura lo que ha ocurrido este mañana en el Parlamento de Navarra.
El Pentapartito ha sucedido al Cuatripartito. Ha vuelto Uxue Barkos.
El PSN-PSOE ha hecho suyas las señas de identidad del Cuatripartito nacionalista vasco y los restos de PODEMOS e IU.
Los ha reforzado regalándoles la máxima institución navarra. Los ha institucionalizado de nuevo, después de perder las elecciones. Desde mi experiencia de concejal en mi pueblo, no había visto algo más bochornoso.
No ha ganado, por mucho que se empeñe en disimulos y teatralidades absurdas, el PSN: ha resurgido y ganado el Cuatripartito, que se daba por vencido. El Cuatripartito de Barkos, Araiz y Aznárez, que parecían los mayores derrotados.
A Bildu se debe directamente el nombramiento del presidente del PNV en Navarra, confirmado y remachado luego por el PSN. Y ha sido premiado aquél con una secretaría.
El nacionalismo vasco domina el bloque pentapartista de la Mesa.
El nacionalismo vasco domina el Parlamento.
Y, se quiera o no, dominará el próximo Gobierno.
El PSN depende de Geroa Bai, PODEMOS e IU.
Y estos tres socios del Cuatripartito dependen de Bildu.
Lo dije el otro día: los amigos (Bildu) de mis amigos (Geroa Bai, PODEMOS e IU) son mis amigos (PSN). Y así es políticamente, se quiera o no se quiera.
Y a la vez -he ahí el bochorno y la contradicción-, sus enemigos políticos más peligrosos, sus controladores más correosos, sus sitiadores más tenaces. Los que un día, no muy lejano, acabarán con el ego de María Victoria Chivite, un ego mayor que Cintruénigo. La María Victoria, Derrotada por Bildu y por el resto del Cuatripartito.