Se suele decir que la realidad supera la ficción. Es una frase muy socorrida cuando nos referimos al cine. Cuando hablamos de nacionalismo esa frase se convierte en una verdad arrolladora. Las películas sobre el holocausto judío concebido por los nacionalsocialistas, que hemos visto docenas de veces, nos dejan el alma sacudida y descompuesta.
Una sensación igualmente estremecedora, y angustiosamente real será la que vivan aquellas personas que tengan la oportunidad -y la voluntad- de ver la nueva producción del director vasco Iñaqui Arteta: “El infierno vasco”. En éste caso no veremos esqueletos anónimos, alambradas, ni barracones, ni cámaras de gas. En este caso se tratará de viudas, empresarios, intelectuales, curas, artistas, gente menos anónima pero que también ha tenido que deambular para huir de la persecución, de la intimidación, de la violencia. Del nacionalismo vasco asesino. Son exiliados forzosos que han saltado las alambradas de la inventada euskalherria para huir de su ejecución. No son actores, son personas reales.
Creo que la película debe ser vista por la mayoría de los navarros porque reflejará, sin duda, casos reales de personas que aunque no aparezcan en escena han sufrido las mismas circunstancias, la misma persecución. No son muchas las oportunidades de conocer de cerca los testimonios de esos mártires, de sus viudas, de sus huérfanos… Ese largometraje es una buena vacuna contra el nacionalismo racista, que es el que campa por esta tierra. Porque resulta un poco cansino y bastante rancio que el cine español solo se ocupe de los los nacionales antilibertarios, del cielo azul de la república y de los curas con pistola. Esta película aporta un poco de aire fresco y de compromiso real al patético, amancebado -y sin embargo deficitario- y hortera mundo del cine español.
Dice su director, Iñaqui Arteta, que no ha encontrado ni un solo cantante que haya querido colaborar poniendo su voz en la película. Ni el Ministerio de Cultura le ha ayudado económicamente. Bien mirado, son dos razones más que garantizan la calidad de esa película.
A ver si algún educador se anima a hacerlo y a colaborar así en debilitar ese alambre de espino con el que el nacionalismo intenta encerrarnos a todos.
Si tiene Ud. hijos adolescentes en edad de vacunar…llévelos a ver esta peli y a poder ser hablen Uds. del tema. Para que cuando les deambule el virus nacionalista a su alrededor…estén vacunados.
Jesús Garrido