Esta aventura, meditada o no, del “viaje al centro” anunciado y emprendido por el PP, ¿tiene algo que ver con la tercera vía socialdemócrata que expresó el profesor de sociología de la London School of Echonomics, Anthony Guiddens, como alternativa a la izquierda y a la derecha, o con las políticas moderadas aplicadas por la democristiana Merkel y el liberal-conservador Sarkozy? ¿Es el centro aplaudir a Zp y entregarse a él con el “silencio”, con apoyo incondicional, sin responder a cuestiones de Estado antes defendidas?, ¿es el centro un supuesto pragmatismo tecnocrático, un juego político sólo de técnicos “independientes”?, ¿es el acercamiento táctico o estratégico, más o menos, ambiguo a los nacionalistas reaccionarios e independentistas a quienes ya no queda moderación en sus planteamientos?, ¿es, acaso, complacer a los medios de comunicación filo nacionalistas y socialistas?, ¿es apostar por la complejidad, pluralidad y resultar simpáticos a ese nacionalismo que odia España y que desea acabar con España?, ¿es el continuo “ponerse de perfil” o adoptar un perfil bajo que distancia por completo al PP de sus votantes y simpatizantes?
Más bien, al margen del liderazgo ejercido por Rajoy y su equipo dirigente y, ante este de facto cambio abrupto de régimen del estado de las autonomías hacia un estado federal y futuras aventuras de negociación política con la ETA -con Navarra como piedra de toque- en eso que Ibarreche y López continúan llamando final dialogado del terrorismo, la cuestión clave es adoptar una línea estratégica coherente basada en unos principios firmes, que no sea acomodaticia con los nacionalismos y el pseudo progresismo socialista imperante, en la que no sobren personas como Mª San Gil u Ortega Lara. ¿No sigue vigente todavía la autorización del congreso para negociar con la ETA, los de ANV en los ayuntamientos y los de PCTV en el parlamento vasco?¿O es que, acaso, se considera, por parte de este nuevo PP, que la transformación de nuestra nación en una confederación de naciones endebles, con tendencias balcanizantes -como ya advirtió Felipe González-, es un hecho irremediable contra el que no cabe hacer oposición?, ¿veremos plasmada la enmienda que recupera los fulminados principios humanista-cristianos, en la nueva ponencia política? Principios dirigidos a proteger nuestra cultura cristiana, los derechos humanos: la familia, la libertad, el derecho a la educación de nuestros hijos –cumpliendo con el compromiso de defender la objeción de conciencia contra Educación para la Ciudadanía-, el derecho a la vida (también del no nacido), en los que no cabe el control del Estado ni la imposición de leyes que los quiebra, impiden su desarrollo y dividen a la sociedad.
Quizá con este giro copernicano de alcanzar el centro, sin debate ideológico y con el mero reparto de cargos y personalismo, se pretenda conseguir un liderazgo que no se tiene, pero el liderazgo no se impone se otorga. Es el partido, las bases de este, quien concede la autoridad y el liderazgo.