Ya no basta con la objeción de los médicos

Las piezas negras han movido ficha y veremos ahora quién se atreve a dar una respuesta adecuada. La táctica de los políticos presuntamente pro-vida de echar balones fuera diciendo que la ausencia de abortos en Navarra era consecuencia de una objeción médica general tenía que acabar en algún momento. Se veía venir. Es cierto que la resistencia generalizada de los médicos decentes a convertirse en verdugos de fetos humanos ha sido una de las razones que ha convertido a Navarra, de hecho, en un territorio pro-vida. Pero ahora Navarra ya tiene su pequeño grupo de doctores Mengele que, según toda la progresía, están «comprometidos con la sanidad pública y su profesión». Y no se engañen: en unos días llegará todo el equipo que sea necesario para llevar adelante el trabajo sucio: las enfermeras, los anestesistas y el personal de limpieza. ¿Y ahora qué?
 
Todo esto nos demuestra la grave equivocación que supone fundamentar los argumentos éticos y morales en «lo que diga la mayoría». De un político que se dice pro-vida habría que exigir algo más que respeto a la objeción médica y algo más que un «cumplimiento escrupuloso de la ley vigente». En el fondo tienen razón los socialistas cuando dicen que es hipócrita pagar con dinero público los abortos y vender como un triunfo el hecho de que no se ejecuten sobre territorio foral. ¿Qué más da que Auswich esté en Cracovia o en Berlín mientras siga siendo el mismo infierno?  Ha llegado el momento de que los políticos que se dicen pro-vida decidan recurrir a argumentos auténticamente políticos para oponerse a una de las mayores aberraciones legales de la edad contemporánea. Ya no sirve escudarse en los escrúpulos de otros. Habrá que retratarse y decirle a Samuel Caro que el debate no es ni dónde ni cuándo. Que el debate sigue siendo, como siempre, aborto si o aborto no. Y que pase lo que pase, mientras tengamos conciencia, vamos a negarnos a colaborar con la matanza de los inocentes. El día en que de verdad nos creamos que la legislación abortista es igual de reprobable que la legislación antisemita de los nazis y decidamos actuar en consecuencia empezarán a cambiar las cosas.
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