Y sigo a vueltas con la unión del pueblo. ¿Qué mejor momento para pensar en cambios de rumbo, y hasta de barco, que ahora, cuando se masca la tormenta? UPN tiene que renovarse o morir. Y eso significa que Sanz tendrá que salir. Por la puerta grande o por la pequeña, tú eliges, tú decides, pero salir.
No es nada personal. Se trata únicamente de constatar que el discurso de que-vienen-los-vascos-que-vienen-los-vascos, está agotado. No es bueno que toda la filosofía política de Navarra se reduzca a cacarear ese miedo. Si pacto con el PSOE es para que no pacten con los vascos, si rompo con el PP es para que no gobiernen los vascos, si me hago cada vez más socialista es para que no ganen los vascos, si bailo con la más fea es para que no bailen con ella los vascos. ¡Pero hombre!, al final van a conseguir que los jóvenes se pregunten: ¿qué tienen esos vascos para ser lo peor? ¿Es que no tendremos por ahí ningún otro problema político? ¿Ninguna otra línea roja que marque el límite de lo tolerable?
Una verdadera unión del pueblo de Navarra tendría que tener un discurso menos aburrido, menos defensivo, y más atrevido, más aguerrido, más expansivo. Un discurso más moderno capaz de conquistar, de ganar, de entusiasmar y no solo de resistir gracias a la explotación de ese combustible electoral fósil que es el voto de los acomodados o de los ancianos.
Un pueblo navarro unido tendría que forjar su unidad sobre algo más consistente que el permanente rechazo al vecino acosador y al navarro traidor. Tendría que argumentar sobre esos principios que hicieron al pueblo navarro ser lo que es (Benedictus dominus Deus meus). Tendría que procurar, por ejemplo, menos intervención pública, menos impuestos, menos administración, menos partitocracia, más participación, más vida social, más democracia interna, más listas abiertas, más libertad para las familias y los municipios. Y más identidad con fundamento. (Pro libertate patria, gens libera state). Y menos complejos para salir al mundo tal como somos y no disfrazados con el color de moda.
En fin, que el consejo está claro. A ver si aprovechan la crisis para reiniciar el sistema.
Jerónimo Erro