Me dirán que soy muy exigente. Pero quisiera ver cómo hacen muchos de los polémicos «recortes» con más alegría. No con la resignación del que suelta un lastre valioso para salvar la vida sino con la decisión del que aprovecha la coyuntura para perder michelines. Los recortadores del reino no paran de excusarse y pedir perdón. Mala señal. Da la sensación de que si apareciera ahora un buen y paciente prestamista -no caerá esa breva- irían como locos a pedirle más dinero para endeudar a nuestros nietos y seguir una alocada, insolidaria y antiecológica huida hacia adelante. Todo parece indicar que ni siquiera en las circunstancias actuales están aprendiendo la lección los políticos encorbatados del primer mundo. El problema es que los que recortan son los mismos que derrocharon en el momento de las vacas gordas. Y sufren, claro, pensando en los millones que han dejado de pasar por sus manos. Si fueran capaces de ver los valores educativos no ya de la austeridad sino de la mismísima hermana pobreza… la riqueza de un espíritu capaz de contentarse con las cosas sencillas… Pero sí, soy muy exigente.
3 respuestas
El complejo de los gestores es sólo porque están acostumbrados a quedar bien y a repartir generosamente, con pólvora del rey.
No estoy de acuerdo con que se identifiquen los conceptos «recorte» y «austeridad». Ni cualquier recorte ni recortar de cualquier manera es lo mismo que gestionar con austeridad y eficacia. En Navarra está ocurriendo justo lo contrario.
Dos aspectos merecen la crítica más severa. Se recorta sin planificación, y con el único criterio de que a todos (o a casi todos) les toque por igual. Eso no es ni socialmente justo ni correcto desde el punto de vista de la gestión económica.
Por ejemplo: recortar en las líneas de investigación, como la del cáncer de colon, es poco rentable (que además no supone mucho dinero)o en la rehabilitación de viviendas para mejorar la eficiencia energética o en la preparación de polígonos empresariales, supone lastrar el futuro. Cuando salgamos de la crisis nos tendremos investigadores, ni suelo para montar empresas y entonces tendremos que acometer las reformas a un precio mucho más caro que ahora.
Lo grave es, pues, que a pesar de los recortes se sigue despilfarrando dinero, por tanto, se sigue sin aplicar una verdadera austeridad. Hay Jefaturas de Sección en las que supone más del doble el coste laboral de esa Jefatura que la partida presupuestaria para la que se crea esa Jefatura. Los consejeros y consejeras siguen haciendo excusrionismo consejeril por separado y sin criterio de coste. Si ayer fue el de Educación a Alsasua, pasado mañana irá la de Empleo. Y tira millas. Se siguen sufragando fundaciones vinculadas a los partidos sólo para que se hagan más fotos sus líderes.
Así que, el tipo de recortes que se levan haciendo da muy poca alegría.
Y puestos a recortar, lo lógico sería aprovechar la sacrosanta «participación» para sentar a todos los colectivos afectados y darles información y audiencia. Seguro que habría colectivos que harían propuestas muy serias. Pero la participación sólo se quiere para sacarse la foto con el colectivo de turno cuando se le extendía un cheque. Ahora, sentarse a hablar, incluso a confrontar, a decir las cosas como son, para eso… los colectivos se terminan enterando por la prensa. Y eso es muy serio, porque aplicar un recorte por sorpresa en marzo, como en 2010, o en septiembre, como este año, pues supone alterar muchisimo el funcionamiento y la vida de muchas personas. Este tipo de sustos tampoco da muchas alegrias.
Si en marzo de 2010 se hubiera comenzado con esta dinámica, en lugar de la imposición.
Pero el Consejero Miranda sigue haciendo de lechera soñadora. En un escenario de recesión, sigue presentando una previsión de ingresos optimista. Eso sí, advierte que si no se los ingresos no se comportan. Qué malos deben ser esos ingresos que luego le obligarán a hacer nuevos recortes. Pues plantea la previsión de ingresos más pesimista. No, debe gustarle tener que meter la tijera a mitad de año y que todo el mundo se vuelva loco con su modificación. Con un gestor tan chisgarabis pocas alegrias.
El Consejero Miranda, como todos los humanos, es manifiestamente mejorable.
Sentado lo anterior, es manifiestamente prescindible y predecible, pero la culpa no es suya sino de quien le mantiene en el cargo, aunque tampoco creo en milagros que mejoren las arcas forales, después del los años de despilfarro de MS. Menos fueros y más huevos hacen falta o, en otros términos, aproveche el Convenio Económico y verá como por la vía del ingreso sacamos algo, aunque poco.