El poder de bautizar el callejero puede utilizarse con sabiduría y benignidad, buscando la concordia entre los vecinos, o puede por el contrario llevarnos por la calle de la amargura para convertirse en arma arrojadiza. En trágala de una mayoría coyuntural que vea las placas de las esquinas como una forma de marcar su territorio. Esta segunda opción, la que han seguido por ejemplo los fanáticos comunistas de Orcoyen (calles: J.Saramago, M.Hernández, P.Neruda,D.Ibarruri, R.Alberti…) es la que parece inspirar actualmente al alcalde nazionalista de Pamplona.
Podría ser una buena salida, por elevación, esa de dar nombre de concepto grandilocuente, discutible y discutido, a una plaza tan importante para Pamplona como la de Conde de Rodezno. Es verdad que no piensan en lo mismo cuando gritan «libertad» un cristiano, o un anarquista, o un tiburón de la bolsa, pero al menos todos ellos podrían ponerse de acuerdo en salvar el término. Quién sabe si no pasaremos en el futuro por la calle del talante, la plaza del consenso o el paseo de la tolerancia.
Otra opción – todo sea por la armonía pamplonesa- sería tirar de cositas típicas que no despierten polémica: la chistorra, el adoquín, el pañuelico. Pero llegados a este punto… ¿por qué no consultar a los vecinos? ¿por qué no preguntarles, para empezar, si desean cambiar el nombre que ya disfrutan en su calle? Nadie discute, excepto Google, el hecho de que la última palabra ha de corresponder al Consistorio pero no parece muy coherente que un gobierno que presume de democrático y popular tenga tanto miedo a la opinión de los vecinos. Que son los importantes.
Un comentario
Y si tan buena es la idea Plaza de la Libertad ¿porqué no lo hizo UPN cuando estaba en el poder?. Porque creo que ha tenido un montón de años para hacerlo pero no lo quiso y se empeñó en que no desapareciese el nombre de un fascista como el Conde de Rodezno.
A buenas horas mangas verdes