No es lo mismo un “agur” que un “taluego” que un “vaya usted con Dios”. La inevitable despedida de la vida pública es como el remate de la faena. La guinda del pastel. Que sepan los del coche oficial y asimilados que hay quien se fija. Así que procuren salir guapos en la última foto.
Una, elegante, ha sido la de Angel Eraúl, mítico sindicalista agrario de la UAGN que se vuelve a su campo espartano de Sesma.
Otra, imprevista e ineludible, la del senador electo Carlos Chivite, que se nos ha despedido al son de “La Internacional”, pero con funeral católico por si acaso.
La de Jaime Ignacio del Burgo fue meditada y anunciada. (Por cierto que otro día volveremos a hablar de la visibilidad navarra en las Cortes… ¿hay en el debate de investidura algún representante de Navarra que no sea la Barkos?).
Me vienen a la memoria muchas despedidas: la de don Fernando Sebastián, solemne y emocionante. La del otro Fernando, Puras, ¿se acuerdan de él?. Y atentos a la de Alli… esa será buena.
Jerónimo Erro