Desde que vivimos invadidos por la cultura marlboro nuestra idea de libertad está muy condicionada por la imagen de los publicistas yanquis. Por eso nos han convencido de que lo peor de lo peor que te puede pasar es perder la libertad de movimientos. Lo peor de lo peor es quedarte sin coche, perder el autobús, que reduzcan los horarios de avión, la tetraplejia, o ir a la cárcel. En otros tiempos lo peor era perder la vida, la fama, la honra y la divina gracia. Ahora no nos queda mas que la multa (otro día lo hablamos) y la cárcel. O sea, la pobreza y el apartamiento del mundo. Menos mal que no todos somos monjas de clausura. De hecho, aunque la población carcelaria se ha duplicado en los últimos quince años las mujeres son menos del 10% de los presos. ¡Toma discriminación positiva! A ver cuánto alcanzamos la paridad también en esto.
El caso es que la cárcel de Pamplona es, de entre todas las españolas, la que acoge a un menor porcentaje de presos en relación con el total de la población regional: sólo el 0,04% de la población frente a una media española del 0,15%. Me da en la nariz que este dato, como el del número de donantes de sangre, o el de misioneros navarros, nos está recordando que si bien en muchas partes cuecen habas no en todas salen igual de sabrosas. Algo habremos hecho bien en Navarra, digo yo, para tener aquí solo 250 de los 69.181 presos que abarrotan las cárceles españolas. ¿Será que aunque formemos parte del país de Europa occidental con más presos somos “más europeos” que el resto de los españoles? ¿Será que nuestra cárcel es tan pequeña y vieja que no caben en ella los 650 navarros que están presos por aquí y por allá, entre ellos los etarras autóctonos que exportamos fuera de la muga? ¿Será que frente al 0,04% de presos tenemos un 1,10% de agentes policiales? ¿o será sencillamente que estamos viviendo de las rentas históricas de una ciudadanía bastante bien educada que procura no dar motivos para la prisión? Habrá que investigarlo. Pero por favor, que no se metan en esto los políticos separatistas. Porque cualquier medida progresista, pedagógica o humanitaria que viertan desde los partidos nacionalistas sonará a falsa e interesada.
Jerónimo Erro
