Al principio era gracioso ¿verdad? Y ahora te acongoja porque ves que esto va a más, que no se van a contentar con la creación del típico barrio chino, que la etiquetita made in China aparece hasta en las mejores familias, que han venido a darnos de comer, de vestir, y a sacarnos los cuartos, y hasta parece ser, se dice, se rumorea, que hasta podrían meter un pie en las cajas de toda la vida. Hace tropecientos años Emilio Aragón tenía una cancioncilla que decía: «Me gustan los chinos, son más de mil millones y no paran ahí, conviértete en su amigo eso quiero decir». Después de esta cita erudita ¿qué más puedo decir para despertar un debate de nivel sobre la cuestión de los chinos y sus circunstancias? ¿será demasiado si establezco un paralelismo entre la creación de los burgos de francos en aquella oscura tierra de vascones que era el antiguo reino pamplonés y el surgimiento de Dios sabe qué rollito de primavera sociológico a cuyo parto estamos asistiendo en tiempo real? La globalización es lo que tiene: nos ha hecho inútiles los viajes de Marco Polo y familiares los aspavientos de Jackie Chan y clientes inevitables de los manufacturados comunistas de Pekin. A esto hemos llegado los devotos de aquel Santo que murió, anhelante, a las puertas de la China.
Un comentario
je, je, je.. muy bueno eso del rollito de primavera sociológico… y la comparación los burgos. Hombre, si de cada seis personas una es china,¡estaría bueno que no fueramos a vernos!