Lo público no es lo contrario de lo privado

Qué más quisiera yo que dejarlo aclarado de una vez por todas. Me temo que habrá que seguir pasando el estropajo toda la vida sobre este asunto porque cuando la ponzoña ideológica la toma con alguna esquina semántica resulta muy complicado volver a dejar limpios los conceptos. Lo higiénicamente correcto se limita a hacer una única distinción, simple, tajante: lo público es lo estatal, lo de todos, lo bueno por naturaleza. En cambio lo privado es lo particular, lo de unos pocos, lo sospechosamente egoísta por principio. La diferencia se coloca en la propiedad. Si esto es propiedad del estado, del ayuntamiento, del gobierno, entonces es público. Si aquello pertenece a una familia, a un grupo de particulares, entonces es privado. Cuando algo se sale de este esquema cejijunto hay que inventar expresiones absurdas como esa de «organización no gubernamental» por ejemplo. Que es algo así como si dijéramos que todos nosotros vivimos en «casas no regionales». Esta tendencia que exagera las bondades y privilegios de todo lo gubernamental es totalitarismo puro y duro. Olvida que antes, mucho antes de que se crearan instituciones gubernamentales, ayuntamientos, estados y parlamentos ya existían personas, familias, tribus, amigos y bienes públicos. Así que vayamos dejando las cosas claras. Una persona individual puede consagrarse al bien público. Una familia puede interesarse por el bienestar del público. Una comunidad de monjas puede abrir un colegio para contribuir a la educación pública. Un taxista puede dedicar su vehículo privado a dar un servicio público. Un hospital, no gubernamental, puede vacunar a todos los públicos. ¿Qué es más público, el phaeton estatal del consejero o el taxi propiedad particular de un trabajador autónomo? Haga Vd. la prueba. Cambie el cristal de sus gafas y empiece a ver las cosas según el servicio que prestan, independientemente de quién está al mando. Ya verá como la mayor parte de las veces, detrás de los bienes de interés público no hay ningún ministro, ni falta que hace.

Jerónimo Erro

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CLAVES EN OPINIÓN

2 respuestas

  1. Aunque el título de esta nota parece contradecirse con su texto, de hecho corresponde una distinción entre lo público y lo privado.
    En primer lugar la contraposición surge en el derecho romano, entre derecho público y derecho privado. Pero entonces no existía la nación-estado o lo ‘estatal’. De modo que desde el punto de vista jurídico los romanos no limitaban «lo público» al mero hecho de la propiedad. Seguían en esto al mundo griego en el que lo público se refería a cualquier obra o acción -un servicio- para el común del pueblo, para toda la comunidad. Una acción privada (del verbo privare = privar) excluía a una totalidad y se limitaba a algunos. Generalmente referido a la familia, un ejemplo era una comida privada.
    Y, originariamente, rastreando en la etimología hasta las lenguas indoeuropeas, se refleja también en su raíz: «leitourgia»: obra pública, en el ámbito civil y luego en el religioso (un sacrificio por el bien de todos). ‘Leit’ procede de ‘laos’ = pueblo, y ´ourgia’ de ‘ergon’ = obra, servicio. Algo que me animaría a analogar con «auzolan».
    Por último, se trata de términos polisémicos: lo público está a la vista de todos; lo privado está excluído de tal vista, es algo oculto o no transparente.
    Discúlpeme D. Jerónimo por este extenso ex-cursus, pero da luz para aclarar muchas cuestiones en Teoría Política, como el fenómeno de la configuración de la opinión pública.

  2. Pues habrá que seguir aclarando, porque todos los días escucho la tesis contraria. Ultima reacción de un taxista sobre este asunto, que me parece sumamente interesante si queremos que la sociedad civil (las personas individuales) no se deje avasallar por la partitocracia: «… si yo presto un servicio público, es porque he comprado una licencia». (Opté por hablar del tiempo).

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