.
Verdaderamente lo que nos falta, es voluntad y valentía, para actuar consecuentemente con lo que decimos, con lo que creemos. Normalmente todos tenemos más principios éticos y morales, de los que somos capaces de cumplir. El problema y su solución, antes como ahora, como siempre, se encuentra en las personas.
El llamado bien común, lo de todos, hoy lo vemos con indiferencia -con bastante lejanía-. Esto es un gran defecto de nuestro tiempo, que lo vemos reflejado tanto en la política, como en la sociedad civil. Hoy los valores que más fortalecemos todos, consciente o inconscientemente, son los valores del individualismo. Desde la economía se fomenta el egoísmo, la competitividad y los beneficios materiales, así que lo normal es que también las personas seamos más individualistas, y antepongamos los interés privados o interés corporativos, al de todos los demás; lo mismo les ocurren con el interés partidista, a los políticos. Estos intereses privados eliminan casi totalmente la idea del bien común. Tanto para la sociedad como para la política, tener en cuenta el bien común, es absolutamente fundamental para poder avanzar en cualquier época y situación.
No tenerlo suficientemente en cuenta, ha sido una de las claves del desprestigio de los políticos. Al ser tan partidistas, uno de los mayores defectos de nuestra democracia, es que o no piensa, o piensa poco en el bien común. Normalmente los objetivos reales de los partidos políticos no van más allá de las próximas elecciones, de modo que sus proyectos siempre son corto placistas. Con lo que se incapacitan para abordar temas complejos, que necesitan políticas mantenidas en el tiempo, para obtener buenos resultados.