La política es para cambiar a la gente

Esto ni lo digo ni lo pienso, porque soy de los que creen que la primera obligación moral del político es servir a la realidad de las cosas. Pero eso es lo que creen -y practican- con todas sus fuerzas los ideólogos progres. Para ellos la sociedad es una masa, un rebaño amorfo, un mitin nacionalista, o socialista, o nacionalsocialista, una fila de hormiguitas torpes con las que componer a base de disciplina siluetas de caleidoscopio como las que se muestran con orgullo infantil en las inauguraciones de los juegos olímpicos. Los otros políticos, los oficialmente no-progres, los que se metieron en la vida pública no se sabe muy bien por qué, con una vaga idea de libertad en la cabeza, tal vez por trepar, tal vez por servir a su pueblo, piensan que los progres están de broma. No los toman en serio. No hacen nada por desenmascarar a los que utilizan la política como instrumento de ingeniería social. Tal vez porque están muy ocupados haciendo el bien. Tal vez porque no se enteran. Y hacen mal, porque de esta forma, dejando hacer o deshacer, siempre juegan en desventaja. Y así no es que pierdan ellos, sino que perdemos todos.

Jerónimo Erro

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CLAVES EN OPINIÓN

8 respuestas

  1. Estoy de acuerdo con usted D. Jerónimo el que una persona disponga de un cargo de responsabilidad pública no le da derecho a meterse en nuestras conciencias ni alterar nuestro sistema de valores.

    Pero ya que hablamos de psicología yo me planteo que los que ejercen cargos de responsabilidad política deberían saber el engaño ideológico en el que se basa el régimen de la Transición. Se nos deja votar cada 4 años unas listas prefabricadas que nos obligan a votar bajo la amenaza de que si no votas esto tapándote las narices vendrán los otros y será peor. Luego ellos se reparten el poder de acuerdo con sus cuotas bajo el ídolo pagano del consenso.

    Por eso tengo la impresión de quienes están integrados en la casta política o bien carecen de las luces suficientes para vislumbrar el engaño ideológico o bien conociendo los mecanismos de pastoreo del régimen dan rienda suelta a sus ambiciones de poder sonriendo en privado sobre lo poco inteligentes que son los que les votan.

  2. Pues señores, creo que la política, como la mora, como la religión, como el arte,c omotodas las grandes creaciones humanas, están para cambiar a la gente.

    Todo es cuestion del sentido que le den a la expresión «cambiar a la gente», y a eso de la «ingeniería Social».¿La sociedad actual es perfecta? Seguro que no piensan eso. ¿La conciencia de cada quisque es igual de valida, de formada, y de buena? Seguro que no, Don Jerónimo.

    Así pues, la pretensión de «cambiar», si se ejercita de forma eticamente válida (es decir, sin cosas tales como recluir a la gente en centros de reeducación y gulags, o de lavado de cerebro) será un objetivo legítimo de la política.

  3. Sr. Spurgus aunque su comentario va dirigido a D. Jerónimo creo que las objeciones que hace afectan a lo que he expresado y en mi opinión tienen profundas repercusiones.

    La primera cuestión es el ámbito del mandato del político. Si el gobernante y el diputado tienen un encargo no creo que ese encargo los habilite para cambiar los valores sociales. Sería convertirse en dueño de la sociedad y salirse de su papel de servidor.

    Por no olvidar el pequeño detalle de que si gobiernan los que piensan como yo pues perfecto, pero ¿y si gobiernan otros que no piensan así? ¿Un gobierno mayoritario de católicos puede educar en valores católicos a una minoría budista desde el gobierno?

    Creo como usted que la sociedad no es perfecta y que tiene muchos fallos. Pero esa labor yo la reservo a mi vida personal familiar y social.

  4. Itúrbide, celebro coincidir en este duro domingo de lluvia. Es cierto lo que dice. Pero le devuelvo la pelota: ¿el político napolitano no puede aspirar a cammbiar la realidad lacerante, terriblemente inmoral y censurable de la mafia? ¿el político vasco no puede educar en valores democráticos al pensamiento/morralla de los «patriotas»? ¿Kennedy actuó ilegitimamente contra la cultura racista de los estados sureños?

    Estoy seguro de que coincidiremos en que al menos en todos esos casos sí es legítimo que el político pretenda cambiar la sociedad.

    Por supuesto que el politico en una democracia es «quien» pará hacerlo, pues el político debe liderar; Liderar es mostrar objetivos y conducir los esfuerzos para alcanzarlos, decidiendo entre opciones limitadas. Negar la legitimidad a eso es negar la politica.

    Yo creo que lo que Uds y a mi nos debe hacer recelar es la actitud del «politico» (todos lo somos o asi debería ser en una democracia) ante el Poder. Si sirve al poder, o si sirve al pueblo, a la gente; si se constituye en una casta que sirve sus intereses o si lo entiende como servicio temporal. Y si lo alcanza y sostiene con mentira y manipulación, o si respeta la verdad de los hechos.

    Yo creo que la solución está en los individuos, desde luego (las leyes no solucionan los problemas reales, que son los que se derivan de la pobre condición humana, de la incultura que los afecta, de la escasa conciencia) pero compartiendo en cierta manera su visión, su conclusión me suena a retirada (lo publico es falso, solo es auténtico lo privado, mi familia y yo) y a negar la dimensión social y de lo colectivo. Hay algo más, y algo que se puede hacer decentemente, si lo hace(mos) personas decentes, con alguna formación politica y durante un lapso breve.

    Enc uanto a lo que dice Ud sobre los valores católicos budistas, etc.. tiene toda, toda la razón… por eso hay que construir una ética social o una moral política (de personas que viven en una ciudad) que trascienda las diferentes concepciones propias de cada religión. Por eso es preciso actuar en política desde el laicismo estricto: Porque si al final la gente como Ud o yo no actúa en politica porque ve al budista o el musulmán o el ateo como un extraño del que prevenirse, la hemos cagado como sociedad política. Otra cosa será su credo personal, y com Ud dice, la educación que imparte en y para su familia. Pero tiene que haber una base común, un acuerdo social sobre lo fundamental, y ese acuerdo ha de ser sobre una base laica, que después cada cual vinculará con su propio soporte ético, autónomo o heternónomo, según quiera o crea.

  5. Sr. Spurgus me obliga a pensar mucho las cosas. Respondo a sus preguntas.

    ¿Luchar contra la mafia? Sí. Luchar contra la mafia es aplicar las leyes y evitar una estructura delictiva. No veo ingeniería social alguna ni veo que haya un componente “educativo”. Desde luego que cumplir las leyes justas es un acto moral. Pero que el Estado haga cumplir las leyes es simplemente su función.

    ¿Educar en valores democráticos en Euskadi? Radicalmente no. Niego al Estado la capacidad de difundir valores, porque serán los valores de la elite gobernante. No está para eso. Y en lo de democrático tendríamos muchos conflictos para ver que es democrático. De hecho los comunistas en su propaganda eran los únicos democráticos. En Euskadi el gobernante debe hacer cumplir las leyes que no es poco.

    Kennedy lo que hizo fue aplicar el principio de igualdad de la Constitución americana contra los Estados sureños rebeldes a una sentencia de la Corte Suprema. No se dedicó a hacer manuales de educación contra el racismo o dar subvenciones a los matrimonios mixtos o establecer un porcentaje de empleo público para los mulatos. Un racista podía ser todo lo racista que quisiera pero nunca podría volver a implantar escuelas segregadas por la raza.

    Y respecto a la fundamentación ética de las leyes, eso da para un master de Filosofía. Vaya por delante que la herencia grecorromana ya escindió la religión y la moral de las leyes, en el sentido de que los actos de adecuación a la misma son regidos por la conciencia y para cumplir la ley basta un acto formal. Por tanto cumplir la ley será virtuoso cuando se haga desde la conciencia y en eso el cristianismo supuso un gran avance al vincular el mundo de la legalidad al respeto a la ley natural.

    El problema surge cuando se ha querido desligar el fundamento moral de la ley de la ley natural misma o creando una moral autónoma basada en la legalidad. Por eso tengo cierta prevención a las morales laicas, racionalistas, etc, porque parece que están buscando un fundamento ético no basado en la naturaleza de las cosas. Pero eso es filosofía de alto nivel aunque a la hora de las soluciones concretas podriamos entendernos.

  6. Itúrbide.- me parece que Ud. es muy desconfiado respecto al papel del Estado… ¡me alegro

    Pero permitame que discrepe de su pesimismo respecto a la fuerza de la colectividad, de la union frente al aislamiento del individuo (también necesario, porque tenemos que hacer una síntesis de opuestos, ambos polos individuo/colectividad son necesarios).

    El estado es una mediación de la comunidad. Y sin dicha mediación, encarnada o representada por el estado -creo que lo tendrá que reconocer Ud.- ETA y su entorno totalitario habría culminado su limpieza étnica por el terror, y expulsado, asesinado o atemorizado a los «infieles», ante el silencio o la vergonzosa indiferencia moral de la mayoría nacionalista y de la Iglesia Católica.

    Piense lo que digo: la iglesia católica vasca habría respaldado mayoritariamente la limpieza con una jesuítica (que me perdone Sa Ignacio)»equidistancia» y con la meliflua voz de los obispos de turno. Lo hizo la ortodoxa en Servia, y en Rusia, y lo hizo la Protestante frente a la minoría católica en Irlanda.

    No se fie Ud. tampoco de las iglesias como no hemos de fiarnos del Estado. Hemos de apoyar y apoyarnos en ellos en tanto representen la opción por la humanidad, y reprobarlas y prescindir de ellos cuando jueguen en el campo contrario, sin miramientos de ninguna clase.

    Pero para eso tenemos que tener una conciencia bien formada, y conseguir que la mayoría de la gente la tenga, y sepa qué elegir, independientemente de quién respalde con su autoridad moral la opción contraria.

    Cuando un gobernante elige oponerse a la mayoría moral (o inmoral) en una serie de estados de mayoría blanca racista, está haciendo algo más que aplicar la ley. Cuando el poder se opone a la «omertá» de la mafia y se niega a venderse, y arriesga la vida de sus servidores(no solo la policía de a pie, sino los magistrados y los gobernadores) está ejerciendo un liderazgo moral ante una sociedad en buena parte desorientada y pervertida. ¿Que importa que si lo hace el pastor Luther o el Presidente demócrata JF Kennedy? Lo importante es que ambos desempeñen un papel relevante respecto a la comunidad, que quieran realmente el bien de todos, (no solo los intereses cortoplacistas) y que estén dispuestos a arriesgar mojándose con una postura clara y firme sobre algo. Eso es lo que yo quiero.

  7. Da gusto debatir con vd. Sr. Spurgus. Acabo de ver donde radica nuestra discrepancia. Para vd. el Estado es mediador de la comunidad.

    Discrepo radicalmente. El Estado es (permítaseme el concepto tan caro al marxismo) una superestructura. No media ante nada ni nadie. Es un ente de pertenencia obligatoria con unos fines determinados (y cambiantes según las modas). Y aunque el Estado es la forma moderna de la comunidad politica (comunidad como diferente de sociedad) la pertenencia al mismo es coactiva y obligatoria. Por eso entenderá que cierto paquete le tenga y quiera tenerlo controlado a sus justos límites.

    La única mediación, no solo posible sino imprescindible, es la que realiza la cámara legislativa representativa (para eso debe cumplir unas condiciones de elección y revocación) ante las demás instituciones públicas. Y hay mediación porque hay dos entes, por un lado, la sociedad (compuesta de grupos e individuos) y, por otro, el poder político.

    Que las leyes responden a valores éticos y morales es innegable. Pero las leyes tienen limites y uno de ellos es la libertad de conciencia. Y la capacidad de hacer las leyes no les permite violentar mis derechos como persona.

  8. Yo creo que en definitiva la política y la democracia como forma ética del ejercicio de la política, se ocupa del poder.

    El poder se proyecta desde la comunidad y sobre la comunidad. Uno solo en una isla desierta, no ejerce un poder político. Sin comunidad de individuos, no hay poder.

    Sin libertad, no habría individuo.

    El poder no es poder político (será otra cosa) si no puede tener efectos sobre los demás.

    La tribu, el rey, el estado, son en definitiva, medios de concretarse, encarnaciones y manifestaciones del poder.

    El poder es una realidad natural: se observa en los animales (donde un líder domina a otros miembros de su grupo).

    Los hombres humanizamos este poder, y lo potenciamos, organizamos, lo convertimos en cultura, y últimamente, tendemos a someterlo a reglas mas o menos iguales y permanentes: la ley.

    Como realidad, el poder es tan presente e inevitable como la libertad,

    Ud apela a la libertad de su conciencia, y yo no puedo más que apoyarle. Pero me parece que no podemos olvidarnos del poder. Puesto que existe, debemos conocerlo, usarlo y controlarlo para que aplaste lo menos posible la libertad.

    A esa tensión me refiero en mi discurso. Perdone mi pelméz, pienso al escribir.

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