Por eso se llama objeción de conciencia. Porque llega un momento en que decides que ni la multa, ni la cárcel, ni la amenaza de un ministro te van a obligar a hacer algo que va en contra de tu conciencia. Y ante esa determinación el Estado -que está para que haya orden y la gente viva feliz con sus cosas, no para imponer la ideología progre- no podrá hacer otra cosa que achantarse y respetarte y tolerarte y hacer una excepción contigo.
Es comprensible que los gobernantes se sientan fastidiados por la cabezonería de una parte de los ciudadanos pero ¿qué van a hacer? ¿rescatar ahora para la EpC la autoridad y el respeto que con tanto empeño han ido eliminado de las aulas?.
Eso es todo lo que tiene que pasar -de momento- con la asignatura de “Educación para la ciudadanía”. Otra cosa es lo que pueda y tenga que hacer el consejero de educación de Navarra. De eso hablaremos otro día. Ahora lo que constato es que hay, lógicamente, un tira y afloja. Así que si en vez de ser uno el que objeta son decenas de miles pues mejor.
Jeronimo Erro