La Navidad es, sin duda, la festividad cristiana más gozosa de todas. Dentro de la Navidad, la Epifanía, o fiesta de los Reyes Magos, inaugurada por Tertuliano en Roma y, ahora, en el siglo XXI casi patrimonio exclusivo del mundo hispano -en dura lucha con ese adefesio comercial de Papa Noel, importado desde el poder estadounidense- resulta la conmemoración más entrañable de todas.
Me envía un amigo una charla entre unos padres y su hija acerca de sus majestades. Recomiendo su lectura, no sólo porque es divertidísima sino porque toca el tema filosófico central del siglo XXI, que no es otro que el de la certeza. La modernidad empezó negando la verdad pero, tranquilos, no pienso torrarles con una disertación acerca de la relatividad.
No, la primera, y sospecho que más tremenda, consecuencia de la negación de la capacidad del ser humano para conseguir la verdad es que el ser humano pierde la sensación de certeza. Y el asunto es grave, porque el ser humano no puede vivir sin certezas, lo que el pueblo llano, o sea yo, traduce como no creer en nada ni confiar en nadie. Insisto, no extraigo conclusiones morales, sino meramente lógicas: si la certeza es la primera víctima de la negación de la verdad, o de su posibilidad de alcanzarla, entonces el hombre enloquece y sobre todo, se deprime. Esa es la marca del mundo moderno: la depresión.
Los Magos de Oriente no eran reyes -probablemente eran astrónomos y astrólogos, en aquel tiempo eran dos profesiones unidas-. El Evangelio -el documento histórico más documentado que cualquier historiador puede demostrar- no dice que fueran tres. Tampoco sabemos, aunque hay explicaciones plausibles del fenómeno atmosférico (les recomiendo el libro del historiador francés Daniel-Rops, Jesús en su Tiempo) qué estrella era la que les guiaba hacia Belén. Pero su existencia, y su viaje a Palestina es más demostrable que la vida de Julio César, por ejemplo.
En resumen, los Reyes Magos tienen un anclaje histórico que no posee ninguna otra figura de las inventadas con el tiempo para obsequiar a la chavalería. Por eso ha despertado, durante siglos, la razón de los intelectuales y la imaginación de los artistas. No celebrar esta fiesta sería un poco ridículo. Es ridículo.
En resumen, la pregunta de si los Reyes Magos existen tiene una fácil respuesta, sí, y no creer en ello es como no creer en Julio César, del que tantas cosas desconocemos.
Eulogio López es director de Hispanidad.com
Un comentario
¿Que hace 2000 años por Babilonia (parece que fué de ese Oriente de donde venían)había astrólogos/astrónomos/magos/adivinos? ¡¡¡Claro!!! En la religión/mitología babilónica la adivinación era uno de sus pilares, vigilaban y seguían a los astros y como otras tantas veces algún/nos mago/s seguiría/n algún fenómeno que para ellos sería importante y les llevaría hasta Palestina. Luego las leyendas y cuentos populares hicieron el resto y se recogió en la biblia. No uno ni dos..cientos de «reyes magos» hubo en el pasado.Pero es como el resto de la biblia, una amalgama de historietas que tiene la misma credibilidad que las leyendas Mayas o de cualquier parte del mundo..es decir ninguna. No, no existieron los reyes magos tal y como lo cuenta la biblia, es evidente.Cada cual es libre de creer en lo que quiera pero hacer creer como si fuese un hecho histórico y científico que verdaderamente existieron los reyes magos es alucinante.¿Existió la torre de Babel?¡¡¡Claro!!!ahi están sus ruinas…pero ¿existió la torre de Babel tal y como lo contaron luego los israelitas? Nooopppp..cuentos y leyendas amigo.Que cada uno celebre lo que le de la gana.Por cierto de Julio Cesar sabemos cómo era, se sabe la historia(que no leyendas o historietas) de su vida, su legado político, lo que tercero y contemporaneos suyos escribieron sobre el. Hay grabados, hay objetos..es decir ciencia e historia atestiguan su existencia. De Jesús por ejemplo lo que se sabe es lo que pone en la biblia y en alguna cita 100 años después de su muerte.jesús como personaje tiene una importancia crucial…como persona no se sabe 100% si existió..parece que si..pero …Es alucinante.