Pues yo si que me lo creo. Las escuchas, infiltraciones y otros efectos aparentemente peliculeros que estos días están denunciando la Cospedal y nuestro Chencho son perfectamente verosímiles y es muy posible que sólo sean la punta del iceberg. Siempre he pensado que la realidad supera la ficción. ¿Por qué razón o escrúpulo ético iban a dejar de espiar a los partidos adversarios los gobiernos y sus servicios secretos? ¿Para qué si no tienen todos los medios y fondos reservados que tienen? ¿Es que sería la primera vez que ocurre algo así? Todos los sistemas partitocráticos del mundo -y el nuestro no iba a ser excepción- cuentan con unas alcantarillas muy poco democráticas que siempre han estado ahí y por las que discurren entremezclados intereses bastardos y razón de estado: informadores, chivatos, infiltrados, arrepentidos, mercenarios, agentes… haberlos haylos.
Lo que no acabo de entender es por qué precisamente ahora han querido hablar en el PP y en Nabai de estas cosas asumiendo el riesgo quedar ante sus electores no como víctimas sino como pobres enfermos de manía persecutoria. ¿Será simple imprudencia? ¿O un intento de ocultar otros debates? ¿O es que faltan noticias en agosto?
Jerónimo Erro