Después de galardonar al pobrecito de Al Gore, el del avión privado que no contamina, los premios que llevan el nombre del inventor de la dinamita podrían apuntarse un nuevo tanto en su decadencia concediendo el nobel de la paz a ZP. Quien ha sugerido esta horrible posibilidad es una personalidad independiente, un científicio ilustre de abultado curriculum (no tanto como el de Luis Roldán pero casi) que naturalmente nada le debe al actual presidente del Gobierno de España: el ministro-presidente del comité de salud pública, Bernat Soria.
Y así es como estamos, que no sabemos mas que imitar a los yanquees. Cada vez más americanizados, convirtiendo lo que en teoría son las elecciones legislativas españolas en unas verdaderas presidenciales entre republicanos y demócratas. Todo lo demás, todos los matices, los “peros”, los argumentos, los grises, los votos a medio gas, los votos del miedo, o útiles, o malminoristas, o de quien vota tapándose la nariz quedan aparcados por culpa del debate bipartidista. Podemos elegir, pero solo el toque final, apenas indicar si queremos un presidente con ceja circunfleja u otro con barba entrecana. Poco más.
Vaya en estas líneas al menos una palabra de ánimo al candidato Chivite y su familia. Su caída en combate nos recuerda a todos -incluidos los políticos- que somos humanos, que estamos aquí de paso y que sólo se nos recordará si somos buenos. Piensen en ello el día de reflexión.
Jerónimo Erro