El derrumbamiento del de Cintruénigo que les venimos contando es de esas cosas que pueden venir bien para replantearnos ciertas preguntas profundas. Estamos últimamente un tanto desarraigados de los ayuntamientos hasta tal punto que ya no los vemos con ese cariño que sería propio tener a la "patria chica" sino como meras estructuras técnicas bajo cuya jurisdicción hoy "estamos" y mañana "no estamos". La mentalidad del inmigrante-vpo se extiende peligrosamente de forma que ya no "somos" de donde somos sino que "estamos" ahí, "porque nos ha tocado". Y claro, llegan entonces los partidos políticos para mangonear, y tiran de presupuesto, y se endeudan lo que haga falta, y así tienen contentos a la masa de ciudadanos que cada vez son más masa y cada vez menos vecinos responsables.
Digo yo que algún día de estos tendremos que responder a esa pregunta. ¿De quién es mi ayuntamiento? ¿Será mi pueblo -o mi barrio- del Gobierno de Navarra? ¿Será de todos los navarros? ¿Será de la Unión Europea? ¿O será, en la salud y en la enfermedad, de los vecinos de están "ayuntados" en este ayuntamiento?
Tenemos que espabilar. O cambiamos de mentalidad o veremos como uno tras otro van cayendo los ayuntamientos libres de gente libre ("gens libera state") en las garras de un nuevo feudalismo administrativo. Y es que siempre tropezamos en lo mismo. Porque ser libre significa ser responsable. Y si tú y tus vecinos estáis endeudados hasta las cejas tendréis que apechugar, correr a boinazos al que gestionó mal la cosa pública y arremangarse para hacer frente entre todos a las obligaciones comunitarias. Y si hace falta resucitar el "auzolan" bienvenido sea. Todo menos vender tu pueblo a cambio de un plato de lentejas.
Jerónimo Erro