Supongo que lo más difícil será conciliar la vida laboral y la familiar si estás en el paro. Pero para quienes todavía tenemos trabajo, que al menos en Navarra somos gracias a Dios una gran mayoría, ésta es una cuestión que nos quita el sueño. Literalmente se lo quita y se lo trastoca a los sufridos servidores de las cadenas de montaje que no paran, a los asalariados de servicios que no cierran, y a los mileuristas de las empresas que han establecido unos turnos desquiciantes.
Esto de "conciliar la vida laboral con la familiar" suena a jerga políticamente correcta y sin embargo, despojado de la hojarasca progre, consiste en un deseo de lo más razonable y hasta podríamos decir que sospechosamente reaccionario. Porque toda la retórica de la modernidad ha insistido tanto en que es el trabajo lo que realiza, lo que libera, lo que socializa, lo que fructifica y que es lo familiar lo que resta, lo que frena, lo que arcaiza que casi casi estábamos ya convencidos de que había que enviar a la familia a freir espárragos. Pero no, resulta que ni siquiera la postmoderna sociedad del siglo XXI es capaz de seguir rodando si la familia no funciona. Al parecer se han dado cuenta de que la gente normal trabaja mejor cuando tiene una familia que cuidar… y que trabaja mejor si tiene una familia que le cuida. Que trabaja mejor si duerme por la noche. Y si descansa el domingo.
Jerónimo Erro