Es peor todavía que la huelga del transporte. Es más antiecológico que el derroche militar. Es más frustrante que el acoso laboral. La burocracia al cubo invade como un cáncer hasta la más pequeña de las microempresas de Navarra; por no hablar de cómo asfixia la vida cotidiana del funcionariado. El Estado socialistizante que padecemos, que no se fía ni de su padre, y que quiere tenerlo todo bajo control, y que acaba sin poder controlar ni siquiera lo fundamental por pretender abarcar demasiado… El Estado, digo, no se contenta con llevarse casi la mitad de nuestra vida laboral en impuestos. Además quiere imitar el concepto de autoservicio al límite -tipo Ikea- para hacer que cada uno haga el 90% del trabajo burocrático más sucio y pesado. Y así tienen ustedes a todos los maestros llenando impresos en vez de educar; a los fontaneros hablando días enteros con un asesor en vez de poner más grifos; y a los agricultores, ya se sabe, mirando más a Bruselas que al Cielo. Cualquier hombre sensato se da cuenta de que hay un exceso de papeleo que no lleva a ninguna parte. Lo que pasa es que el dilema es terrible: o más burocracia para controlarlo todo. O más… (no se si llamarlo “teocracia”), para que no haga falta controlarlo todo.
Jerónimo Erro