O sea, que para una población de 641.293 almas tenemos en Navarra un empleado público para cada 24 habitantes. Eso sin contar los funcionarios de la administración estatal, militares, policías… ni los políticos, ni los parados y pensionistas… ¿Cómo puede sostenerse un sistema semejante sin caer en formas totalitarias que garanticen la supremacía del poder estatal? Los funcionarios y asimilados hacen cosas importantes y necesarias, no lo dudo, pero ¡26.694! Es una exageración. ¿No podrían hacer muchas de ellas aunque no fueran funcionarios?. No quiero ni pensar cómo estarán en otros países y regiones en los que la proporción es aún mayor. La cifra salta hoy a la prensa por las elecciones sindicales del sector público y aparece como un hecho inamovible, como una estadística que solo cabe asumir, como una maquinaria a la que no se alude, por vergüenza, en las campañas de la declaración de la renta por más que sea el capítulo número uno en la renta de todos. No olvidemos que por mucho delegado sindical que haya estamos hablando de la existencia de un verdadero ejército, asalariado, a las órdenes directas del gobierno y eso es malo por dos razones: porque es peligroso un poder tan poderoso y porque no hacía falta.
Un comentario
Y cada día más gente. Lo que piden los de Madrid Puerta del Sol en esa cutresentada en el fondo es un puestitito vitalicio a costa de nuestros impuestos