A mí me gustaría saber, como contribuyente y como votante, si la política del Departamento de Educación la lleva el Gobierno de Navarra, o la gestiona el consejero tudelano Carlos Pérez Nievas según sus propios principios políticos y los de su directora general Teresa Aranaz. Lo digo porque me siento muy perjudicado por la decisión que está en danza de separar las horas de clase de religión de bachillerato en dos años, una cada curso. Ya me dirá el señor consejero qué valor da él a una asignatura con una hora lectiva a la semana. De esta forma esta clase, que es un derecho que tengo según la Constitución, pierde todo su peso y se devalúa.
Pero además, y esto es más grave, mis hijos sufren un agravio por su clase de religión: los demás alumnos van a recibir (según se está fraguando) prácticas de matemáticas o de inglés, mientras mis hijos van a clase de religión. A ellos los van a preparar mejor que a mis hijos para su selectividad. Para el Consejero la solución es sencilla: que yo renuncie a educar a mis hijos según mis criterios, y no les inscriba en clase de religión. Pero mis derechos son tan válidos como los suyos, y él es el encargado de garantizar el ejercicio de mis derechos sin que suponga un agravio comparativo.
Cada uno tiene sus prioridades en la vida, y para mí la educación de mis hijos es una de ellas. Por eso, para las próximas elecciones preguntaré a UPN de qué partido va a ser el consejero de ese ramo, para pensar si darle mi voto o no, y vistas así las cosas, será que no.