La crisis está afectando los recursos de la administración, pero nadie se puede dar cuenta de cómo afecta a un servicio que era ya deficitario en sus dotaciones de personal y de medios.
Se tenía problemas en el sector laboral antes, mucho antes de llegar a la tan socorrida crisis, por ello, los funcionarios de prisiones manifiestan estar hartos, más que hartos. Las prisiones en estos últimos años se han convertido en lugares saturados de internos, no se da abasto pero sin embargo, la dotación de servicios lejos de responder a las necesidades, sique siendo la misma, que ya era corta, y que escaseaba en las posibilidades de que los funcionarios puedan cumplir sus cometidos.
Ellos, viven tan presos, como los internos, viven presos de una situación laboral, no valorada, y que es desconocida para la sociedad del exterior de la reja. La realidad social y el sistema judicial tal como funciona, provoca el uso de un lema, todos a la cárcel que termina por ser una realidad y no hace más que aumentar y consolidar la población reclusa, a pesar de la evidente falta de personal, de preparación y genera la imposibilidad de prestar adecuadamente sus servicios.
Los propios funcionarios denuncian el incumplimiento de las ratio, y no esconden que las cárceles hoy sean un caos, los internos sufren una doble pena sumidos en un caos sin servicios, que desde afuera no se ve, no se denuncia, y no se respeta.