Pienso que el libre acceso a la píldora poscoital sin necesidad de receta médica ni límite de edad, además de pretender distraer la atención a los ciudadanos y trivializar la sexualidad humana, es una ligereza. Pues dadas las circunstancias, es una irresponsabilidad permitir que esta píldora abortiva pueda adquirirse sin problemas por veinte euros en una farmacia como si fuera un simple producto higiénico o cosmético. Hay que suponer que los profesionales de la medicina tienen algo que decir cuando se trata de proteger la salud sexual. En vez de receta médica, estamos ante una receta gubernamental orientada por criterios ideológicos e intereses oportunistas. Si el PSOE prefiere ignorar los argumentos morales o sociales, cosa grave en si misma, debería al menos tener en cuenta el derecho a la salud que la Constitución otorga a todos los ciudadanos. Los datos actuales reflejan que cerca de 600.000 mujeres reciben cada año en España el tratamiento de la píldora del día después, una cifra que puede incrementarse notablemente si se lleva a la práctica el proyecto del Ejecutivo. No se trata de eliminar obstáculos para el acceso de las personas más jóvenes a los métodos anticonceptivos, como pretende el Gobierno, sino de una opción ideológica que pasa por encima de los requisitos científicos más elementales. Es imprescindible escuchar a los expertos antes de adoptar una fórmula errónea y sin sentido. Para regenerar la sociedad, más en tiempos de crisis, no es este el camino.