Y me explico muy brevemente porque no es el tema, solo pregunto, y allá quien responde, ¿qué derecho prevalece, el de la vida, o el de la madre que defiende que tiene derecho a tener o no un hijo?
Yo lejos de ser mal agorero, y sin pretensión de ser adivino, anuncio sin miedo a equivocarme por mucho, que para primavera tendremos en Navarra, en nuestra tierra, en la de todos, una clínica de asesinatos, si, permitidos por la ley, pero asesinatos, porque aunque una ley se dicte y se apruebe en los foros legislativos y democráticamente elegidos, la ley puede ser “injusta”, “inmoral” y por lo tanto, puede no obligar a su cumplimiento.
Pero aunque algunos, los que ahora gobiernan, no quieran ni hablar de los asesinatos de los que deberían poder nacer, alguien se considera con derecho a impedirlo. Conseguirán que una clínica se abra, y después de otra, ¿y cuantas?
Vamos a tener que luchar mucho, si queremos que no se favorezca el asesinato, aunque claro que la hipocresía de pagar para que maten en otro lado, aunque sea por “imperativo legal” no es sino la colaboración en un asesinato del que se pretende acallar la conciencia mirando para otro lado.
La “ley obliga” dirán en otro momento, y aunque no queremos mataremos, bebes sin derecho a la vida, la coautoría ante un asesinato también puede ser motivo de responsabilidad, por lo menos para no dormir demasiado tranquilo.
En fin, ojalá, ojalá me confunda y de veras planteemos seriamente oposición a aquellas leyes que pierden su condición de obligatoriedad a las personas por ser contrarias a la moral, porque la conciencia obliga ser consecuente con la condición humana, con la trascendencia de la persona, desde que en sus inicios es un ser humano independiente, y decidimos matarlo, impunemente.