Concretamente y sólo por poner un ejemplo, en relación con la cebolla, producto que se ha encarecido hasta un 22 %, es una vergüenza que los agricultores vendan su producto a 0,07 euros el kilo, mientras los consumidores pagan por él 1,40 euros. Es decir, un 1.500% más de su precio en origen.
Los precios en origen de este producto han variado desde los 0,18 euros a los que se vendía en julio hasta los 0,07 del pasado mes de octubre. Todo ello, teniendo en cuenta que los costes de producción no bajan de los 0,10 euros el kilo, dependiendo de las variedades.
Estos datos demuestran que los precios de la cebolla han ido descendiendo paulatinamente durante la presente campaña, lo que ha llevado a algunos agricultores a almacenar su producto en espera de precios más dignos. Por todo lo anterior, es importante manifestar que el agricultor no es el culpable de la subida incesante de los precios al consumidor, sino una víctima más incapaz de conseguir un precio digno para su producto.