Viacrucis y vialucis en pandemia

Desde el 14 de marzo de 2020 llevamos confinados sin acabar todavía hoy 11 de abril de 2022 de dejar las mascarillas y otras cautelas por culpa de una pandemia de coronavirus. En este momento parece que ya va cediendo. En diciembre del 2019 se oyeron las primeras noticias de este virus que comenzó a actuar en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en China. Apareció en forma de neumonía e insuficiencia respiratoria que pronto demostró ser letal. La organización mundial de la salud nombró a este agente etiológico como COVID-19.

La propagación de esta epidemia fue muy rápida. El primer caso en España se conoció el 31 de enero de 2020. Desde el 14 de marzo estuvimos en estado de alarma decretándose el confinamiento en sus casas de toda la población fuera de los trabajadores puramente esenciales. Estas medidas se han ido relajando y ajustando continuamente según apretaban más o menos las olas del patógeno hasta el día de hoy. Con fecha de abril de 2022 en España se puede hablar de 150. 000 muertos y millones de contagios más o mensos graves. A nivel mundial los contagios ascienden a centenares de millones y fallecidos unos cuatro millones. Ya han comenzado las vacunas a actuar y parece que se están abriendo puertas a la esperanza aunque se habla de muchas contraindicaciones.

Como puede verse la incidencia no ha sido demasiado grande en comparación con otras pandemias de la historia. Los confinamientos casi brutales, las mascarillas, distancias, inmovilidad, cierres perimetrales y tantas cosas han mitigado lo que pudo ser hecatombe ya que la humanidad y la ciencia fueron cogidas de sorpresa y durante más de un año han sido humilladas por el coronavirus. La presión de las autoridades suprimiendo derechos ha sido cruel. La han hecho, tal vez, no tanto para evitar muertes, como para que el sistema sanitario no fuera desbordado. El pueblo ha vivido y sigue aún atemorizado. A los disidentes y negacionistas y, sobre todo a los jóvenes con sus botellones y fiestas nocturnas ilegales, les han motejado con palabras como insolidarios, incívicos, irresponsables, egoístas, etc.

De todas formas pienso que el contacto casi a diario con la muerte ha creado un clima de ansiedad e incertidumbre. La gente, confusa por la confusión de los dirigentes, se ha visto ante su fragilidad, impotencia y vulnerabilidad. La mayoría ha tenido contacto con la muerte a través de seres queridos o amigos y esto crea angustia, y más cuando la muerte en una pandemia se parece a un rapto o a un arrebatamiento. El temblor metafísico se hace presente aunque no se quiera admitir. El no poder visitar a los enfermos ni despedirse de ellos ni asistir a los entierros encoge el corazón. Durante estos años y a todas horas no había otro tema de conversación.

En la situación actual de duro cansancio psicológico, unos desean como psicóticos volver a la nueva normalidad semejante a la anterior y pasar página; otros, en cambio, han profundizado más en la fe, en la trascendencia, en la metafísica y han aprovechado la coyuntura para crecer en interioridad. De una crisis o se sale más blando o más endurecido; siempre nos obliga a tomar postura. En este caso más, porque es una crisis trascendente donde hay enfrentamiento con la muerte. Para aquellos que quieran orar esta situación he preparado por solidaridad, este viacrucis y este vialucis para ayudarles a rezar y a profundizar.

El viacrucis es una práctica piadosa ya antigua en la Iglesia que he tratado de acomodar al momento presente con menciones y oraciones propias para las circunstancias actuales. El vialucis es algo nuevo. No está popularizado. He oído la palabra, creo que a Juan Pablo II, pero no conozco ninguno. Se compone también de quince estaciones, no de cruz sino de luz, a partir de la resurrección del Señor. Las he escogido yo y las he comentado yo; no tienen más autoridad que la que pueda tener yo. No obstante, espero que a muchos os haga bien.

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