A primera vista, puede parecer extraño que el movimiento carlista, que es el epítome del hispanismo en un sentido legal, religioso e ideológico, no ganase el mayor respaldo en Castilla, que lideró la conquista del Nuevo Mundo, ni siquiera en la Corona de Aragón, conocida por su adhesión a los derechos forales.
El fundador del Reino de Navarra, inicialmente conocido, en base al nombre de su capital, como el Reino de Pamplona, fue nombrado así por Íñigo Arista, quien lideraba a aquellos montañeses vascos que resistían a la expansión de los francos en los Pirineos, montándose también un organismo estatal en Pamplona. Se trató de mantener la independencia política frente a los francos, los moros y los asturianos, emprendiendo el sucesor de Inga, García Íñiguez, la Reconquista navarra.
Pese a las diferencias lingüísticas, los navarros tuvieron unas relaciones estrechas, aunque no siempre pacíficas, con Asturias y, después, con León y Castilla. Tenían una fe católica común, opuesta a a la tensión de los moros. A principios del siglo XI, el rey navarro Sancho III el Fuerte trató de unir tierras cristianas desde Galicia a Barcelona, siendo el primer diigente que uniese el conglomerado del reino ibérico, adoptando el título Rex Hispaniarum. Aunque los reinos de Sancho fueron divididos tras su muerte, el remanente de sus logros fue, durante algún tiempo, la dinastía navarra Jiménez, en muchos de los tronos ibéricos.
Igual que en otras áreas ibéricas, también en Navarra supuso la Reconquista el moldeado de leyes municipales llamadas “fueros”. Las características del acervo comunitario navarro, similares al castellano en estos respectos, fueron, entre otras, la posición relativamente fuerte de la mujer en la sucesión real. Esto llevó, naturalmente, a la expiración de la unión personal transitoria de Navarra a Francia, la cual tuvo lugar durante el mandato de Felipe el Hermoso y sus hijos. La presencia francesa en el trono navarro (tras la Dinastía de los Capetos, el reino perteneció a la familia francesa Evreux, y después, tras el reinado de los Trastámara, entre 1425 y 1479, la corona retornó a manos francesas, concretamente, a la dinastía Foix) contribuyó a la superioridad de Fernando el Católico.
Previamente, este rey había mirado a la ambigua actitud de los Navarros en el conflicto entre Francia y los Reyes Católicos, y cuando la Reina Catalina de Foix asumió la intención de abandonar a su hijo, Fernando decidió actuar, de modo que, en 1512, envió al Príncipe Alba con la intención de conquistar el reino vasco. El 23 de marzo de 1513, en Pamplona, la corte declaró como rey a Fernando. La mayor parte de Navarra (más allá de la parte norte, que retornaría a manos francesas) se anexionó al Imperio Español. La castellanización navarra comienza en ese momento, resultando en la actual división entre Navarra y el País Vasco. Pese al estado de guerra, el nuevo reino integró rápidamente al resto de las Españas, pero no a través de la uniformidad, respetando la personalidad legal y las tradiciones legales. Las cortes de Navarra, que delegaron poder en los monarcas españoles, fueron guardianes de esta tradición, y tuvieron competencias fiscales durante mucho tiempo, antes de su pérdida en pro de las Cortes de Castilla. El interesante privilegio disfrutado por Navarra, mostrando tanto el poder de la influencia foral en el orden legal y el férreo catolicismo de los navarros fue que todos los innovadores, ya fueran españoles o extranjeros, tuvieron cierto tiempo (si recuerdo bien, dos semanas) para estar en esta región pirenaica.
Los derechos navarros no fueron estrangulados por el centralismo de los Guzmán, así como tampoco por parte de los decretos de Nueva Planta del borbón Felipe V, que acabó con los fueros aragoneses. Bajo el Nuevo Reglamento de 1713 sobre la sucesión en estos Reynos, aceptado por cortes, se daba el mismo modelo de sucesión semisálico, basado en la sucesión de la humillada Aragón. En la era borbónica, los pensadores “precarlistas” empezaron con sus labores, estando entre ellos el Padre Manuel de Larramendi.
Fue Fernando VII, en 1818, quien perpetró el mayor latrocinio contra los derechos de los navarros, de manera arbitraria, y aboliendo, en 1829, los derechos legales del Reino de Navarra. Por tanto, nadie imaginaba que unos años más tarde, los navarros apostasen por el rey adecuado, Don Carlos, la esperanza de los tradicionalistas españoles (estos navarros recordaban aún sus antiguos derechos). Asimismo, fue en las áreas vasco-navarras donde el carlismo empezó a tener auge, cambiando su lema de «Dios, Patria y Rey» a «Dios, Patria, Fueros y Rey». Navarra, como tierra de los campesinos libres, también contribuyó a aspectos sociales como la crítica a la desamortización de los bienes eclesiales.
Estas áreas fueron también un escenario importante de batalla durante la Primera y la Tercera Guerra Carlista (entre 1872-1876 y 1872-1876, hubo un Estado carlista particular en Navarra). Durante el Alzamiento Nacional, también conocido como la Guerra Carlista de 1936, hubo un exitoso levantamiento carlista en áreas navarras (en el año 1936), que se llegó a interpretar como uno de los primeros hitos de las fuerzas contrarrevolucionarias peninsulares. Los requetés, enviados por la Comunión Tradicionalista (hablamos de decenas de miles en un corto periodo de tiempo) tomaron una larga porción de la República, incluso antes de que el ejército de Franco llegase al continente. Los efectivos controlaron Navarra, lo cual dio convenientes posiciones de inicio para ocupar el País Vasco e iniciar una ofensiva en Aragón. Por cierto, merece atención el hecho de que los nacionalistas vascos, que estaban en el bando republicano, pudieran participar fácilmente en servicios católicos.
Pese a que el carlismo era algo generalmente hispano, fue el carlismo vasconavarro el que, principalmente, le dio su estilo característico. Después de todo, la boina roja carlista no es nada más que la boina vasca. El Montejurra navarro (Jurramendi) es escenario de varias reuniones carlistas, lo cual permitiría divisar el fenómeno del “carlismo sociológico“.
El carlismo no es solo un asunto navarro, sino algo general y cercano para todo católico. Si Dios quiere, mencionaré a carlistas no navarros ni catalanes, que podrían ser castellanos o extremeños. Empero, sería difícil imaginar el carlismo como lo conocemos, sin los aguerridos montañeses pirenaicos.
2 respuestas
” La castellanización navarra comienza en ese momento, resultando en la actual división entre Navarra y el País Vasco.” ¿¿Pero qué dice?? La misma falsedad de los icurriñeros, está claro. Vascongadas luchó con Castilla contra los reyes de Navarra.
Ya que nombra a los astures…¿por qué no pregunta qué tal relación tuvo el reino de Pamplona con las tribus celtas de Vardulia? ¿Por qué no menciona el norte de Aragón, que también perteneció a Pamplona’
Hola. Efectivamente esa expresión “resultando en la actual división..” es bastante desafortunada dado que la división político-administrativa entre navarra y las provincias vascongadas es muy anterior y en algunos casos nunca había existido unión político-administrativa . De hecho el órgano común permanente entre esas regiones se llama “España ” o Las Españas dado que siempre han tenido voacaión de vínculo entre los terrenos de la vieja Hispania romana hasta hoy en día con sus cosas.
Sin embargo , es para felicitar la finura de análisis teniendo en cuenta que el autor es polaco que vive en ídem. Considero que tiene bastante mérito y en resto de aspectos es bastante atinado .