Pues no, Catalán no era el «tapado» de Yolanda Barcina.
De hecho, la irrupción repentina de Catalán ha pillado por sorpresa al sector de Barcina.
De algún modo, parece ser que Barcina ha dejado la sucesión mucho más abierta de lo esperado.
Lo cual, a su vez, explica que Catalán haya dado el paso sin ser el tapado de Barcina. Don Alberto ve hueco hacia la portería.
Al plantear su decisión de no ser cabeza de lista, Barcina esperó que un consejero tomara el relevo y que el resto de consejeros lo apoyara. El consejero en cuestión fue Esparza.
Que de pronto apareciera como candidato Rábade no alteraba los equilibrios.
Ni siquiera la medio presencia condicionada de Salanueva.
Pero lo de Catalán es otra cosa.
De hecho podría ser que Salanueva definitivamente retirara su medio candidatura, para no dividir el voto del sector contrario a Barcina.
Catalán concitó casi tantos apoyos como Barcina en la Asamblea de UPN que la eligió como presidenta. Y lo que puede ser más determinante: si se va Barcina el sector mayoritario de UPN que la hizo vencedora necesita algún tipo de visibilidad hacia el futuro para aguantar el tirón. Los simpatizantes del sector de UPN que no es el quesito necesitan recibir el mensaje de que, aunque Barcina se marcha, nosotros seguimos aquí, seguimos siendo más y seguimos teniendo el control, no os equivoquéis. En el Comité Político de UPN, como en cualquier organización política, una parte importante de los votos sencillamente van hacia quien se cree que va a ser el ganador y va a tener el poder de quitarte o volverte a poner. Si se ve a tu rival como más ganador que tú entonces estás perdido.
Por otra parte, Catalán es una persona importante dentro del partido.
Catalán lleva ocupando cargos en UPN y en el Gobierno de Navarra desde 5 años antes de que naciera el «pequeño Nicolás».
En concreto, Catalán fue presidente de Juventudes Navarras de 1989 a 1994. Diputado desde 1991. Portavoz de UPN en el Parlamento desde 1996. En 1999 se convierte además en portavoz del partido. Secretario General de UPN en 2001. Vicepresidente de UPN en 2009. Consejero de Administración Local y Portavoz del Ejecutivo en 2003. Consejero de Educación en 2009. Candidato a la presidencia en 2013. Presidente del Parlamento de Navarra.
Es lógico que Catalán conozca a todo el mundo y tenga un peso importante en el partido.
Al mismo tiempo este es su principal lastre.
Catalán también ha generado roces y desconfianzas después de tanto tiempo maniobrando dentro del partido, incluso entre quienes ahora eventualmente acaso le apoyarían.
Catalán es lo opuesto a lo novedoso.
Catalán es casta en estado puro.
Catalán es el eterno retorno de lo idéntico.
Prueben a buscar «Alberto Catalán» en Google y comparen todo el pasado que sale ahí en comparación con el resto de candidatos.
Catalán es el candidato por cuya elección probablemente brindarían, por diversos motivos, desde el Diario de Noticias a Miguel Sanz pasando por los antiguos dirigentes de la CAN. Aunque sólo sea porque es difícil estar comiendo en la misma mesa y luego no brindar por las mismas cosas.
Siendo un poco malvados, de hecho podríamos decir que si la carrera de Catalán ha dado para todo esto, que está bien, pero no para más, es porque siempre fue el perdedor, no porque no quisiera más ni lo intentara repetidas veces. Catalán es el sucesor que Miguel Sanz desechó en 2008. El pre-candidato que no encontró apoyos suficientes para medirse con Barcina en 2009. El aspirante que perdió frente a Barcina en 2013, incluso con una Barcina ya muy castigada en aquel entonces.
Si Catalán siempre fue la segunda opción parece claro que es porque en general se le ha considerado un candidato triste, un jugador suplente, alguien a quien le pones el micro mientras le regalas una portada y con la excitación dice «poder es querer» en vez de «querer es poder», como le pasó ayer.
Salvo que no se trabucara con los nervios, que entonces la intrincada literalidad de la frase casi le dejaría peor.
Asegura Catalán que el Navarrómetro «es una de las cuestiones que motivan mi candidatura a liderar UPN».
Pues igual es una impresión nuestra pero, pensando ya no sólo en los miembros del Comité Político de UPN sino en el conjunto del electorado navarro, la lectura del Navarrómetro justificaría más bien que ni remotamente fuera alguien del perfil de Catalán quien acabara de candidato.
Y eso que habíamos conseguido llegar hasta esta línea sin pronunciar la palabra «dietas».
Atención, que pese a la crueldad que todo lo anterior pudiera parecer denotar, Alberto Catalán es un hombre sensato, correcto, educado y no tonto. Es sólo que al frente de UPN tiene que haber alguien capaz de caer en un foso lleno de cocodrilos y comerse a los cocodrilos. O de ir a un debate en la TV contra toda la oposición y vencer, o dejar al menos a todos sus rivales malheridos y atónitos.
Pero al mismo tiempo tiene que ser alguien capaz de seducir al electorado articulando un discurso en positivo. Tiene que ser también alguien dispuesto a comerse en un descuido el bocata del PSN, y no sólo del PSN, y no sólo el de los no nacionalistas. El PSN no va a pactar con UPN por amor a UPN sino porque esa sea la opción menos mala para sus intereses. UPN no debe rechazar por principio el pacto con el PSN, pero en virtud de la misma lógica anterior tampoco debe buscar pactar con el PSN enamorándose del PSN, sino porque esa sea la opción menos mala en un momento dado, intentando antes haber construido un escenario mejor. Y especialmente en este momento el candidato tiene que ser alguien sin ciertas vinculaciones, ataduras y lastres de un pasado respecto al que el electorado se muestra total , absoluta y radicalmente harto.
19 respuestas
Que no, que no nos enteramos… El sistema está encantado con los unos, con los otros y con el de la coleta.
Lo que desde Navarra provocaría cagaleras en Moncloa, descomposiciones en Bilbao y diarreas en Zarzuela, es que el primer domingo de mayo volviera a llenarse Montejurra de boinas rojas.
¡¡¡Navarra, reacciona!!!
La verdad sr.Estricuel, dificilillo lo veo . !Boinas rojas!, pero de cuales ¿las de la CTC o bien las del PC?.
Las boinas rojas de Navarra no han sido otras que las de los fueros y la tradición. Todo lo demás es maleza para fomentar la división.
No olvide la necesidad de verdades en vena que necesitan los navarros, Estricuel