Ya se han producido las primeras reacciones al triunfo de Giorgia Meloni en toda la prensa internacional al calor de las elecciones celebradas el pasado domingo en Italia. La mayor parte de la prensa no ha tardado en calificar a la candidata de neofascista y otros calificativos peyorativos para, al final, constatar lo que no es más que un hecho, y no es otro que el que la izquierda ya no representa ni a la clase media ni a la clase trabajadora.
La izquierda hace mucho tiempo que sustituyó las antiguas banderas rojas por las banderas de colorines del marxismo cultural, teniendo en cuenta que ese marxismo es el que hoy mueve a los izquierdistas de todo pelaje a hablar de la lucha de sexos como el nuevo totum revolutum de la política. Fijémonos en que, frente a las propuestas de Meloni, que se centraban ni más ni menos en aquellos que pertenecen a las clases medias y trabajadoras del país transalpino, las propuestas del Partido Democrático se centraban en medidas como la aprobación del matrimonio homosexual (que en Italia no existe, pues existen las uniones civiles, y eso no hace de Italia un país menos democrático que otros), la legalización del cánnabis, la legalización de la eutanasia, la lucha contra el cambio climático y la regularización del ius scholae para otorgar la nacionalidad italiana en un proceso de 5 años desde su escolarización en el país a los inmigrantes ilegales.
Frente a las propuestas disparatadas de la izquierda, centradas en aquellos que viven desahogados económicamente y que no tienen más preocupaciones que determinar si el sexo, que ellos reducen a la categoría indefinida de género, es un mero constructo social, arquetipo de lo que es la izquierda woke y la ideología de género, se armaban las propuestas de reducción de impuestos de la coalición de centro-derecha como el flat tax del 15% del IRPF para autónomos, con ulterior ampliación a familias y empresas; la reducción del IVA al tipo superreducido a todos los productos básicos, de primera necesidad y energéticos, como el gas; la reducción del Impuesto de Sociedades a las empresas que contraten a más trabajadores, asumiendo el principio de quien más contrata, menos paga; el aumento de las pensiones mínimas a 1.000 euros, además del impulso de guarderías gratuitas; el aumento de la asignación universal por hijo a cargo de 300 euros y la instauración de un sistema de cheques escolares para garantizar la libertad de enseñanza, el impulso del made in Italy frente a la competencia desleal de los terceros países no comunitarios o la abolición de la renta de ciudadanía instaurado por la versión podemita italiana, que no es otra que el Movimiento 5 Estrellas.
Por todas estas propuestas, además de por su defensa de las raíces judeocristianas de Europa y de la familia, es por lo que Giorgia Meloni ha ganado estas elecciones con un 26% de los votos y un 44% si sumamos a toda la coalición de centro-derecha. Por todo ello, el Partido Democrático (antiguo Partido Comunista Italiano) está hoy en un raquítico 19% de votos, habiendo sido el Partido Comunista con mayor movilización ciudadana y militancia de toda Europa Occidental en el pasado, hasta que tras la caída del Muro de Berlín, se decidió realizar un acercamiento hacia la socialdemocracia europea que supuso la disolución del partido en 1991.
Por lo todo anteriormente referido, la izquierda hoy ya no es alternativa de gobierno y me da que, si Meloni cumple con sus promesas y lleva a buen término sus ideas, la izquierda estará sin tocar poder una buena temporada.