El Congreso va a reconocer a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela. Es un acto absolutamente necesario, justo y lógico. Edmundo González es el legítimo ganador de las elecciones y Maduro un tirano. No hace falta que Maduro enseñe las actas para confirmar que es un tirano. Maduro ha ocultado las actas electorales precisamente porque enseñarlas confirmaría que es un tirano. No ocultas las actas si has ganado en buena ley, no tiene sentido. El mero hecho de ocultar las actas ya es un golpe de estado, una deslegitimización del poder y una confirmación de la naturaleza tiránica del chavismo. Por consiguiente el presidente legítimo y democrático de Venezuela es Edmundo González, aunque otra cosa es que Maduro sea el presidente de facto. Una cosa es ser el presidente de facto y otra el presidente legítimo. Todos los tiranos son presidentes de facto aunque no sean legítimos. Para que un presidente sea democrático, además de ser presidente de facto tiene que ser presidente legítimo. Hasta la propia Constitución bolivariana de Venezuela obliga a publicar las actas electorales antes de 30 días después de las elecciones. Los chavistas ya no cumplen ni las propias leyes chavistas. Las actas electorales son por lo demás la clave de todo el arco de punto democrático. Sin las actas electorales es imposible verificar una elección democrática. Quien oculta las actas tiene por tanto automáticamente la presunción de golpista, porque ocultar unas actas que prueban tu victoria no tiene lógica alguna. El que se salta el procedimiento democrático ya es un golpista.
La noticia ayer sin embargo, casi más que el propio reconocimiento de Edmundo González como presidente legítimo por parte del parlamento español, era que el sanchismo había vuelto a ser derrotado parlamentariamente y además en una votación importante por su valor moral y significado simbólico. A nadie se le escapa la fragilidad aritmética de la mayoría sanchista, pero Sánchez ya ha anunciado su disposición a seguir en el poder gobernando por decreto y teniendo en contra al poder legislativo. Es curioso porque hace unos meses, tratando de obligar a los jueces a dictar sentencia no conforme al marco legal sino conforme a la mayoría parlamentaria, el PSOE decía que la soberanía nacional estaba en el Congreso. Ahora que el gobierno ha perdido la mayoría en el Congreso la soberanía nacional es algo que ha debido encontrarse Sánchez dentro de un huevo Kinder.
Con eso y con todo, la noticia ayer acaso no es tanto que el Congreso aprobara el reconocimiento de Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela tanto como que casi la mitad del Congreso está compuesto por coaliciones y partidos que apoyan a Maduro, o que comoquiera que sea maniobran para que Edmundo González no sea reconocido, que viene a ser una postura indistinguible. Sin duda que esta postura haya quedado en minoría es un alivio, pero asusta ver cuántas formaciones políticas en España apoyan una dictadura criminal como la de Maduro, algunas explícitamente como Podemos aunque todos los socios del PSOE ostentan un llamativo plumero totalitario.
No hay fuerza en el arco político de la derecha española, por extremista que se la pueda pintar, que apoye abiertamente a una dictadura o que ostente banderas y símbolos de regímenes dictatoriales. Esto sin embargo no se puede decir en absoluto del arco político de la izquierda española. ¿Dónde hace más falta entonces un cordón sanitario? ¿En qué momento no es una amenaza para la democracia española y la libertad de expresión que el gobierno dependa de formaciones que apoyan regímenes dictatoriales? El problema con fuerzas que apoyan el totalitarismo, como Sumar, Podemos, ERC o Bildu, es que o las apartas o las abrazas. Si las abrazas, las tienes que contentar.