En lo que respecta a la guerra, como estamos viendo en Ucrania, Gaza o Líbano, nos encontramos en una era nueva. Estamos en la guerra de los móviles y los drones, en la guerra híbrida en la que los desplazamientos de población o las acciones en la zona gris del tablero son tan importantes o más que los propios cañones. ¿Están preparados España y el ejército español para ello?
La guerra moderna implica el uso masivo de enjambres de drones. Ganar la guerra, siquiera resistir al enemigo, implica tanto disponer de una gran capacidad ofensiva con estos nuevos instrumentos como dotarse de una eficaz capacidad defensiva frente a ellos. Esto implica disponer de una gran cantidad de estos medios y de una gran cantidad de operadores entrenados para manejarlos. ¿Está España preparada para una guerra en la que los drones podrían tener un gran protagonismo? No basta como excusa que el posible enemigo tampoco los tenga: tenerlos tú y el enemigo no marcaría la diferencia, por no hablar del evitable sacrificio humano y material al disponer de estos medios en el campo de batalla convencional. Se reduce por momentos, por otro lado, el número de enemigos carente de este tipo de nueva tecnología, incluyendo en esta tipología de enemigos a los grupos terorristas.
La guerra moderna, como acabamos de ver en el ataque de Israel a través de los dispositivos de comunicación de Hizbulá, implica además la capacidad de lanzar ataques informáticos (o de defenderse de ellos), hackear dispositivos, realizar escuchas, tumbar el uso de internet y las redes del rival, interferir el funcionamiento de sus ficheros sanitarios, fiscales y administrativos, borrar sus bancos de datos… En el siglo XXI un borrado digital masivo o la interrupción de internet puede colapsar un país. ¿Estamos los españoles preparados para este tipo de conflicto o simplemente tenemos suerte de no estar de momento metidos en ninguna guerra moderna de esta clase con un rival capaz de lanzar este tipo de ataques? ¿Se puede hacer con una central nuclear o con los coches eléctricos lo que se ha hecho estos días con las baterías de múltiples dispositivos? No ya colocando en ellos explosivo, sino como en muchos otros casos provocando un calentamiento para conseguir si no su explosión al menos un accidente o una inutilización.
Incluso en el campo de la guerra convencional, y por lo que asimismo vemos en Gaza o Ucrania, ¿tenemos una mínima preparación siquiera para la guerra convencional? Estamos viendo, ante el brote de un conflicto convencional a una escala importante, la importancia de disponer de grandes reservas de material y municiones, así como la capacidad de fabricación y reposición. Estamos viendo la importancia ofensiva y defensiva de los misiles, de las defensas antiaéreas, de la furtividad. ¿Podemos esperar una capacidad de respuesta de España a la altura en las nuevas formas de guerra cuando ni siquiera estaríamos seguramente a la altura de ser demasiado eficaces en el desempeño de una guerra al estilo del siglo XX?
Estar a la altura de los nuevos desafíos exige primero ser consciente de esos desafíos y que estamos en un nuevo tablero de juego con nuevas fichas y un nuevo reglamento. Esto exige una activación de la conciencia de defensa del país y una revisión al alza del presupuesto que ya para la guerra convencional tiene una asignación ridícula. Lamentablemente no somos un país con una elevada conciencia sobre las amenazas internas y externas y sobre la necesidad de defender la nación. ¿Gastamos bien además el dinero que destinamos a Defensa? Sería una lástima que recuperar la conciencia sobre las necesidades de la defensa fuera algo que viniera después de sufrir un duro golpe y no antes para poderlo afrontar.