El gran apagón será socialista o no será

Hemos tenido mucha suerte, contra lo que se puede pensar. Los efectos de lo ocurrido ayer podrían haber sido mucho más graves en pleno invierno, con temperaturas cercanas a cero grados y muchas menos horas de luz. Si las grandes ciudades se hubieran quedado a oscuras y la gente incomunicada tras la puesta de sol hubiera resultado difícil evitar situaciones de saqueo y pillaje como ya se vivieron en las zonas afectadas por la dana en la Comunidad Valenciana. Si ya aquello el gobierno no lo supo gestionar con los recursos de todo el resto de España disponibles, podría haber pasado cualquier cosa cuando el problema era general.

Una vez más, al igual que en la pandemia, en cuanto se ha producido una crisis hemos visto cómo se volvían a reactivar nuestras amigas las fronteras, esas que dice la teoría woke que son inexistentes y rayitas imaginarias en los mapas, pero que después de repente necesitas un pasaporte covid para cruzarlas. Ayer en cuanto cayó el sistema español Francia cortó las conexiones con España para preservar el sistema francés y el europeo por extensión. Vivir como si no existieran fronteras y todos los suministros estuvieran garantizados es una temeridad.

Ayer se puso de manifiesto lo vulnerables que somos en este mundo moderno a muchos niveles. En un minuto pasamos de encendido a apagado. Desaparecieron de golpe la luz, la calefacción, el agua caliente, las televisiones, los teléfonos, los ordenadores, internet, los trenes, los semáforos… Hemos llegado a pensar que, como la libertad, todo esto viene dado, se sostiene sólo, cae del cielo, y de repente nos hemos dado cuenta (¿nos hemos dado cuenta?) de que hay que mantenerlo, que no se sostiene sólo, que se cae si dejas de sujetarlo un segundo, que estamos mucho más cerca de lo que pensamos del caos, de que estamos mucho más expuestos de lo que solemos creer al malvado, al accidente o al tonto.

El discurso gubernamental y las fuentes oficiales hasta un minuto antes del apagón fue que el apagón era imposible, que decir otra cosa eran desinformación, intoxicaciones y bulos de la extrema derecha. Un minuto después del apagón el discurso gubernamental y las fuentes oficiales se dedicaron a repetir la matraca de que sólo había que creer el discurso oficial y las fuentes gubernamentales. ¿Pero cómo vamos a creer sólo a quienes hasta que se produjo el apagón negaban por completo la posibilidad de un apagón? ¿Cómo vas a convertir al que más se ha equivocado o más te ha engañado en tu única fuente de información? Otra vez lo mismo que en la pandemia o la dana. A base de no dar ni una, las fuentes oficiales y el gobierno han perdido toda credibilidad. Como poco la moraleja es que ante cualquier crisis hay que buscar siempre la información oficial y algo más, nunca conformarse sólo con el discurso gubernamental.

¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cómo es que lo que nos decían que era imposible haya podido suceder? ¿Un cibertataque? ¿Una acumulación increíble de casualidades que era casi imposible? ¿O hay algo más? Todo sugiere a estas horas que, por un lado, en realidad éramos mucho más vulnerables de lo que nos habían dicho, y por otro que la torpeza y la temeridad han jugado un papel en lo ocurrido mucho mayor que la mala suerte y los cisnes negros. La explicación que se va abriendo paso de forma más consistente entre los conocedores del sistema eléctrico es que ayer por la mañana el apagón se produjo en un momento en que las energías renovables, particularmente la solar fotovoltaica, estaban teniendo un peso no sólo extraordinario en el mix energético, sino un peso peligroso y casi temerario. Es decir, la red eléctrica para mantenerse necesita ajustar de un modo casi perfecto la oferta y la demanda. Como la energía no puede guardarse, hay que casar con mucha precisión lo que se produce con lo que se demanda, porque en caso contrario el sistema o se cae o se satura, sobre todo teniendo en cuenta además que la red eléctrica para su funcionamiento exige el mantenimiento de una frecuencia constante de 50,00 Hz (herzios), con muy poco margen para empezar a fallar. Si se produce un desfase, a continuación puede producirse un fallo en cadena, cuando los nodos se empiezan a desconectar. No es fácil sin embargo que se produzca la caída de la frecuencia que podría producir ese fallo en cadena salvo que sucedan dos cosas: o un cibertaque, o que se estuviera llevando al sistema más allá de su zona de funcionamiento segura. ¿Qué significa esto?

Hay energías, como la solar o la eólica, que no son constantes y tienen oscilaciones, porque su fuente (la luz o el viento) no son constantes. Por el contrario, otras energías como el gas o la nuclear son constantes, previsibles y se pueden obtener a demanda. Para garantizar la frecuencia de la red, es preciso un buen equilibrio entre unas energías y otras. Si, como pasó ayer, haces depender más del 70% del sistema de energías que son oscilantes, llega un momento en que las otras fuentes de generación, que tienen que amortiguar esas oscilaciones, si se produce una oscilación fuerte pueden no tener suficiente capacidad para compensar inmediatamente un latigazo. En general un colapso en cascada del sistema no debería producirse, salvo que estuvieras jugando al límite de la capacidad como un insensato. Esto es sin embargo lo que puede haber estado pasando en los últimos tiempos. En este sentido nos encontramos con informaciones de los últimos días presumiendo precisamente de la aportación de las renovables y de la irrelevancia a la que se iba llevando a las fuentes de generación convencionales. Todo indica que se ha llevado una vez más al sistema a un límite peligroso por motivos ideológicos. Es imposible un apagón si gestionas el sistema con prudencia, pero si te instalas en la zona roja del contador es en cambio casi inevitable que acabes teniendo un problema. Hasta hace cuatro días, casi literalmente, estábamos presumiendo de lo que ahora ha sido con toda probabilidad la causa del apagón.

¿Nos va a decir el gobierno lo que ha pasado? Seguramente no. Lo más probable es que oficialmente el asunto quede en una nebulosa. Si la culpa es del gobierno, no van a ser las fuentes oficiales y gubernamentales las que señalen al gobierno. Pedro Sánchez no va a asumir la responsabilidad política del apagón. Ayer mismo en sus huecas comparecencias se limitó a decir insustancialidades pero deslizando y dejando caer ciertas palabras en el subconsciente del espectador como acontecimiento internacional u operador privado (refiriéndose a Red Eléctrica), con las que tratar de desplazar fuera del gobierno su culpabilidad. El problema era general y exterior, y en todo caso dependiente de una empresa privada. Después se ha ido viendo que el problema sólo era español y por extensión de Portugal. En Francia dejó de haber incidencias en cuanto desconectaron del sistema español. Red Eléctrica es por lo demás una empresa cuyo accionista principal es el gobierno a través de la SEPI, y cuya presidente es una ex ministra socialista colocada a dedo, con un sueldo fabuloso y sin experiencia en el sector. A Pedro Sánchez no le preocupa tener gente excelente dirigiendo el país, sino tener un enorme equipo de relatores culpando a otros de las meteduras de pata de todos los inútiles (pero sumisos) con los que ha ido colonizando todos los sectores relevantes de la nación.

No es casualidad por tanto que nos pillen todas las crisis. Sería muy extraño pensar que con los sanchistas a los mandos es cuestión de suerte que todo empiece a fallar. El razonamiento más lógico invita a pensar más bien a la inversa. Todo empieza a fallar cuando pones a los mandos a gente como Pedro Sánchez y su tropa. Hay dos formas en que estamos pagando el tener a la gente que tenemos a los mandos. La primera es que empiezan a pasar cosas que son sólo el resultado de la incompetencia de nuestros gestores y que no pasarían con otras personas al frente del país. La segunda es que hay cosas que pasarían en todo caso, como danas o pandemias, pero que teniendo que afrontarlas con los inútiles que tenemos en el poder los efectos catastróficos se agravan y multiplican. De ambas cosas tenemos variados ejemplos y esto sin un cambio profundo no va a mejorar.

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