Las plantas tampoco tienen derechos

La degradación progre de Occidente ha conseguido que un buen número de seres humanos omnívoros se hagan vegetarianos y proclamen que los animales tienen derechos. He aquí una de esas “ideas cristianas que se han vuelto locas” de las que hablaba Chesterton, el profeta. Ni el mismo San Francisco de Asís hubiera soñado tanto para el hermano Lobo. A él le bastaba con que los hombres no causáramos sufrimientos innecesarios a los animales. El quería que diéramos buen ejemplo a las fieras. Pero no por el bien de los animales, ¡pobrecillos! que no tienen mayor problema de conciencia que seguir su instinto; sino por el bien del hombre, que es libre, y puede errar. El tío Chesterton y yo estamos en contra del maltrato animal y somos más ecologistas que muchos ideólogos que no conocen más derecho que la hojarasca del BOE y de la ONU. Aun diré más: estamos en contra del maltrato vegetal. Pero no porque las plantas tengan derechos -¡menuda estupidez!- sino porque somos nosotros, hombres, quienes no tenemos derecho a la destrucción gratuita de la creación.