Sin embargo, encuestada esa misma gente, muestra su confianza en el estado. En que el estado asegura esto y lo otro, en que el estado debe intervenir para resolver tal o cual problema, en que el estado debe encargarse de supervisar esto y lo otro para que todo vaya bien, y emitir normas y más normas para que todo el mundo haga lo que debe.
Pues bien, entre lo primero y lo segundo hay algo que no concuerda.
Porque el estado lo dirigen los políticos. Así que malamente se puede confiar en el estado y desconfiar de los políticos. Lo que sucede es que los políticos, de alguna manera, han conseguido convencernos de que ellos son una cosa y el estado otra. De esta forma, a los políticos les da lo mismo la opinión que tengamos de ellos mientras sigamos aplaudiendo los supuestos beneficios de la Administración y del Estado.
Imagine que le dicen que los políticos van a quitar miles de millones de euros a los contribuyentes para gastarlos en medidas milagrosas que nos saquen de la crisis. Le leo la mente: “¡Estamos perdidos!” pensará usted primero; “¡Adios a la pasta!”, añadirá a continuación. En cambio si le dicen que es el estado el que, en un momento en el que el sector privado no tira de la economía, va a promover un plan de ayudas para incentivar el crédito y el consumo y crear puestos de trabajo, es posible que usted otorgue su aprobación alegando que algo tiene que hacer el estado para sacarnos de la crisis. El problema es que todo ese dinero va a salir de ese sector privado con problemas, sólo que en vez de gestionarlo él mismo lo van a gestionar los políticos. En el mejor de los casos, cada euro que se extraiga del sector privado irá a parar al sector público. Lo más probable, puesto que el sector privado gestiona su propio dinero y el sector público no, es que cada euro extraído de la inversión privada rinda sólo 0,5 en manos del sector público. Al ir destinado precisamente a los sectores que tienen que ajustarse, lo que hará además es entorpecer el ajuste y detraer recursos de los sectores más pujantes. Esos que crearían el empleo y la inversión que se pretende promover. Olvídese además de eso de "cambiar de modelo de crecimiento" si nos dedicamos a subvencionar el viejo.
Esto de que los políticos y lo público es lo mismo es la segunda cosa más importante de la que tiene que ir concienciándose la ciudadanía española. Y la navarra, que es un poco más leída que la media, debería tomar el puesto de vanguardia. La primera es que el dinero que administra el estado, o sea los políticos de los que tanto desconfiamos, es nuestro. Sale de nuestros bolsillos. Nos lo cobran con los impuestos. Y por tanto ya no podemos dedicarlo a gastarlo o invertirlo como nos convenga. Puede que le den 150 euros para comprarse un frigorífico, pero no le quepa duda de quién va a pagar al final esos 150 euros. Y rece para que si quiere recibir 150 sólo tenga que tributar 150.