¿Somos consumidores insolidarios?

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La responsabilidad solidaria del ciudadano consumidor –lo somos todos- no es fácil de ejercer en este mundo tan sobre informado. El bombardeo continuado del marketing, más agresivo y estudiado, viene siendo muy efectivo entre todos los estratos sociales, con un alto porcentaje poblacional con orígenes algo campechanos –medio rural- y bondadosos, en general.

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Sin embargo, en muchas ocasiones lo que hay detrás de la imagen idílica que se muestra de una lujosa marca de éxito, pude resultar verdaderamente espeluznante –explotación, esclavismo y malas prácticas.

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Se rasgan las vestiduras estos días, muchos informadores irresponsables y bastante populacheros que han ensalzado la figura de auténticos delincuentes, en sus medios informativos. Medios de gran repercusión, que con su aval propagandístico han favorecido y potenciado la estafa a un gran número de personas con buena voluntad, que sin embargo y en muchos casos, estan llenas de carencias económicas y no nadan, precisamente, en la abundancia –véase caso Nadia y otros.

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Cada día se muestra con más contundencia la necesidad de una re fundamentación de los parámetros que rigen nuestra economía y modos sociales, tras la revolución que está suponiendo las llamadas Redes Sociales –internet- y la Imperialista, e impuesta, Globalización. Y es que esta hipotética y necesaria re fundamentación, debería de pasar por una fuerte reflexión sobre nuestros más elementales principios, sociales, éticos y responsables.

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La primera trasformación tiene que ver con el propio ciudadano –causa, principio y fin de cualquier declaración de derechos o constitución. Porque el ciudadano tal y como era entendido en la revolución francesa, ha quedado trasformado en otro arquetipo humano que podríamos calificar como «ciudadano-consumidor». Y es que el ciudadano actual, está mediatizado por su proceder consumista –cantidad y calidad. Todo porque hoy en día, no basta con comparar el precio y hacer y un somero análisis de la calidad del artículo que vamos a adquirir. El consumidor responsable ha de llegar más allá y pensar a quien está favoreciendo con su compra. Y, también –porque no- a quien esta desfavoreciendo.
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¿Compraría usted a una empresa que con los recursos adquiridos, procedentes de sus ventas, favorezca el asesinato entre la población filipina? Puede que sí, siempre que aduzca desconocimiento sobre este tremendo dato –de hecho está pasando. ¿Puede usted decir que no ha estado demandando y consumiendo productos o servicios procedentes del Daesh, mas asesino y radical? En muchos casos el consumidor bonachón e irresponsable no podrá contestar a esto, por el simple hecho de que no sabe la procedencia de lo que consume.

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Ya hemos visto como la pasividad puede resultar muy mal utilizada por malignos terceros encubiertos, entre bambalinas de cálidas bondades. ¿Pero deberíamos adoptar una medida más activa, si cabe? Pondré unos ejemplos:
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– Hay muchos bondadosos habitantes de barrio tradicional a quienes no le gustaría ver como el medio donde viven y, muchas veces, donde nacieron, se trasforma en un gueto oscuro y descuidado; pero sin embargo siguen comprando fuera de él y no colaborando, en nada, con el comercio tradicional y urbano de su calle.
– A todos nos gustaría el poder cobrar una digna pensión tras nuestra jubilación, pero consumimos artículos asiáticos –más baratos y de peor calidad- para nuestro hogar, forzando el cierre de nuestras empresas nacionales fabricantes de calidad, cotizantes y mantenedoras de nuestro sistema.
– …Nos negamos a transigir con nuestra buena sanidad y con nuestros derechos sociales y, sin embargo nos proveemos para nuestras necesidades de compañías imperialistas y regresivas en sus métodos.
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Podríamos seguir así, enumerando un sinfín de situaciones en las que el paisanaje se pierde actuando en contra de sus propias convicciones por el simple hecho de dejarse llevar por la una imperante corriente, cómoda e irreflexiva. Esta situación viene muy bien a nuestras más imperantes castas, regresivas y a sus métodos imperialistas de amoral enriquecimiento a corto plazo.

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CLAVES EN OPINIÓN

3 respuestas

  1. O sea, Sr. Amat, lo que Vd. propone de cara al consumo es cambiar de informadores; hacer caso a los «agentes de márketing» o a los «activistas» (nueva profesión cuyo ejemplar más emblemático es la Sra. Colau) de su cuerda e ignorar la habitual publicidad porque las marcas anunciantes pueden ser cómplices de «explotación, esclavismo y malas prácticas». Y ¿quien nos garantiza que lo que Vd. defiende, no les viene muy bien a otras nuevas castas con sus nuevos métodos amorales de enriquecimiento a corto plazo?. Y, como siempre en estos casos, se pone a colocar etiquetas (responsable – irresponsable) y a adoctrinar cuando dice: «El consumidor responsable ha de llegar más allá y pensar a quien está favoreciendo con su compra. Y, también –porque no- a quien esta desfavoreciendo».

    Todo eso es dirigismo puro y duro, nada nuevo después de años y años de doctrina

  2. O sea, Sr. Amat, lo que Vd. propone de cara al consumo es cambiar de informadores; hacer caso a los «agentes de márketing» o a los «activistas» (nueva profesión cuyo ejemplar más emblemático es la Sra. Colau) de su cuerda e ignorar la habitual publicidad porque las marcas anunciantes pueden ser cómplices de «explotación, esclavismo y malas prácticas». Y ¿quien nos garantiza que lo que Vd. defiende, no les viene muy bien a otras nuevas castas con sus nuevos métodos amorales de enriquecimiento a corto plazo?. Y luego, como siempre en estos casos, se pone a colocar etiquetas (responsable – irresponsable) y a adoctrinar cuando dice: «El consumidor responsable ha de llegar más allá y pensar a quien está favoreciendo con su compra. Y, también –porque no- a quien esta desfavoreciendo».
    Todo eso es dirigismo puro y duro, nada nuevo después de años y años de doctrina izquierdista en sus diferentes emisiones, versiones y dosificaciones.
    Ya lo dijo F. Hayek: «El conservador, como el marxista, considera natural imponer a los demás sus valoraciones personales, mientras que el liberal, en abierta contraposición a conservadores y socialistas, en ningún caso admite que alguien tenga que ser coaccionado por razones de moral o religión».
    ¡Ah, otra cosa! Sr. Amat: Yo preferiría dejar la gestión de mis impuestos en las manos de Amancio Ortega o de Juan Roig que en las de Ada Colau o de «Coleta morada».

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