Salir del armario

Ricky Martin acaba de declarar que es gay.  Ha sido una noticia de gran repercusión.  Su contoneo de caderas, su estilismo, su paternidad vía concepción in vitro…,  no hacían presagiar semejante confesión. A partir de ahora, ya tengo todos los datos que necesito para comprar, o no, sus discos, para acudir, o no, a sus conciertos, para bailar, o no,  sus canciones. Hasta ahora no podía hacerlo. Desconocer su condición sexual me frenaba.  Lo mismo me pasa con algunos telediarios. Si no sé la condición sexual del presentador, no los veo. Hay que estar segura de a quién se le da credibilidad. Tampoco sé la condición sexual de mi panadero, ni la de la dependienta que amablemente me atiende cuando voy a adquirir algún modelito. Me arriesgo mucho, lo sé. Una tiene que estar segura de con quién trata. Parece ser tan importante eso de declarar la condición sexual, que estoy pensando ponerla en mis tarjetas de visita, aunque antes debería ir a «La Noria» o al «Sálvame». Necesito amparo mediático para salir del armario. Si mi jefe se entera de mi verdadera condición sexual, puede que me ponga de patitas en la calle, así que quiero un previo apoyo social. Sugiero que todos llevemos un lazito en la solapa a modo de confesión. Lazo azul: heterosexual, lazo rosa: homosexual. ¡Hay que ser valientes! El mundo espera de ti la gran revelación. Es la única manera de acabar con este sinvivir que nos lleva a la gente a mirar a todo el mundo con recelo preguntándonos qué hace con su body, con su trasero,  o con sus cuartos traseros.

Y ya me pongo sería. ¿A quién narices le importan las preferencias sexuales del vecino,  del presentador de «Bricomanía»,  o del próximo representante de  España en Eurovisión? Por lo que veo en mi entorno; a nadie. La mayoría de la gente valora cuestiones mucho más relevantes. Las confesiones revestidas de heroicidad no hacen sino alimentar un circo mediático que pone en valor lo que la mayoría de la gente ve con absoluta normalidad y considera irrelevante.

 

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CLAVES EN OPINIÓN

20 respuestas

  1. Eso, zanjando el asunto:

    Una «salida del armario» es la declaración pública de una aberración sexual inmoral y antisocial que merece por tanto la reprobación de la sociedad (aunque coincido con la señora Latienda en que realmente es desagradable y sería mejor no enterarse de esas cosas).

    En cambio una boda es (además de la unión entre un hombre y una mujer) la declaración pública del nacimiento de una nueva familia (que por su propia naturaleza se basa en una relación sexual natural) y que merece por tanto el apoyo de la sociedad.

  2. Pues para zanjarlo todos, yo creo que sí se ha equiparado una cosa con la otra (y mejor no recurro a las comillas), aunque no es menos cierto que Cascarrabias nos ha dejado bien clara su opinión, que comparto al 50%. En cuanto al otro 50%, reprobar socialmente a los homosexuales por el mero (o merluzo) hecho de serlo es, cuanto menos, una postura muy poco… (que cada cual ponga el adjetivo que considere oportuno, por mi parte también doy por zanjado el asunto).

  3. Menos mal que VG no ha puesto comillas. Yo no he opinado que haya que reprobar socialmente a los homosexuales por el mero (o merluzo, o rape) hecho de serlo sino por el hecho de hacer propaganda de eso y presentar como motivo de orgullo lo que no es más que un defecto. Los homosexuales discretos que quisieran dejar de serlo son los que más sufren ante esta aberración de presentar como normal lo que es una enfermedad.

  4. Cascarrabias, veo que consideras la homosexualidad un defecto y una aberración sexual inmoral y antisocial. Te recuerdo que la ciencia hace algún tiempo que dejó de clasificar la homosexualidad como enfermedad o defecto. Igual que acabará haciéndolo la Iglesia, sólo que con algún siglo de retraso, como ha sucedido en muchas cuestiones similares, como la circulación de la sangre, la teoría heliocéntrica, el debate sobre si las mujeres o los indios tenían alma…. etc. Menos prepotencia y más humildad.

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