Esta pregunta encierra, -por lo menos en lo que a mí se refiere- una gran tristeza.
La división política de Euskal – Herria entre dos países y en diferentes comunidades, no es ni mucho menos la principal división, como quieren hacernos creer los actuales “aberzales”, tanto los liberal-demócratas, como los socialistas-marxistas-progres.
La división de Euskal-Herria, en la percepción de ella como tal, en lo que es, en lo que significa y en lo que necesita para seguir subsistiendo, es la que,- de continuar- va a terminar con lo que no pudieron terminar ni guerras, ni imperios, ni siglos de oro ni siglos de miseria.
Vemos a este pueblo dividido en dos bandos enemigos a muerte. Unos, los que han renunciado a su identidad y han llegado a odiarla hasta el punto de intentar negarla para todos, de combatirla y de calumniarla. Son los vascos anti-vascos que todos desgraciadamente conocemos. ¿Cómo han llegado a esta aberración?, En parte por su falta de cultura, su cortedad de vista y su propensión a ver los sucesos en su impacto actual, como fogonazos, sin analizar nada más y sin molestarse en contemplar los motivos (o las manipulaciones), que los han provocado. Sin ver siquiera que en gran parte, ese dejar, ese apartarse, ese tajante rechazo a la cultura nuestra que todos deberíamos amar, ha empujado a muchos a acogerse en la mentira de aquellos otros que la exiben como un cepo para atraer a todos aquellos que no la ven ya en ninguna otra parte.
No vamos a extendernos más en esta importante parte de nuestro pueblo. Van a cara descubierta, no engañan a nadie. Por eso creo yo que, si sabemos rescatar la auténtica esencia de Euskal-Herria,- la nuestra de siempre-, de las manos engañadoras que hoy en día dicen defenderla, esos otros vascos que han renunciado a su identidad y pretenden además arrebatárnosla a todos, van a volver a integrarse en el amor a su pueblo que seguro llevan dentro, heredado de tantas generaciones.
¿Y quienes son esos otros vascos? ¿Los que se autodenominan “aberzales”?
Dicen que quieren salvar a Euskal-Herria del dominio de España y Francia, bajo cuyos poderes igualatorios y centralistas, corremos peligro de perder nuestra identidad, nuestro verdadero carácter. Es decir; que vamos a “dejar de ser” un Pueblo.
Lejos de mí apoyar cualquier política centralista, ni siquiera de disculparla. El centralismo es un imperialismo inaceptable contra el que todo Pueblo debe rebelarse. Pero si consideramos nuestra situación desde hace casi dos siglos, ese “centralismo” no consiguió hacernos doblar la cabeza. No mientras hemos permanecido unidos y hermanos.
Cuando nació en nacionalísmo , una parte de nuestro Pueblo se entusiasmó con él.
Tocaba las cuerdas más sensibles de nuestro amor a Eskal-Herria. Nos describió nuestras costumbres ancestrales, nuestras más bellas cualidades, nuestra identidad y personalidad como distintas y mejores a cualquieras otras, nos regaló preciosas obras literarias, unió nuestro amor a Euskal- Herria con nuestra fe y con nuestro amor a Dios, el “Jaungoikoa”, el “Jaun Onari”, y describió a los vascos como los hombres más religiosos, más cristianos del Planeta.
Este nacionalismo romántico cuajó, no solo entre los llamados “sabinianos”. Muchos no veían incompatible este sentimiento con el deseo de estar integrados en otra comunidad, España o Francia. Eso si; nosotros “los mejores”, distintos y únicos.
El nacionalismo entraña el peligro de llevarnos de su mano al fanatismo. El amor al propio Pueblo está por encima del amor a Dios, o bien lleva a fabricarse un Dios a la medida del Pueblo y los Mandamientos dejan de ser una norma que obliga cuando no coinciden con lo que se piensa que es mejor para el propio Pueblo. Este grave peligro del nacionalismo deberíamos tenerlo muy presente, pues es difícil no caer en él cuando se le abraza con todas las fuerzas.
Y estoy hablando del nacionalismo en general, no de este o de aquel, del separatista o del que no lo es.
El nacionalismo definía muy claramente por qué luchaba. Luchaba por mantener nuestra identidad intacta, nuestra diferencia étnica y cultural, nuestro orgullo de Pueblo, de un pueblo que habíamos aprendido que era el mejor, el más puro, el más santo, el más noble. La historia y nuestra literatura nos lo hacía amar cada vez más…..Y para muchos era difícil establecer los límites entre este amor lícito y el fanatismo que puede llevar a pactar con los propios enemigos de tu conciencia y a acabar viendo buena cualquier cosa que te pida tu pasión.
La guerra civil española de 1936 trajo de la mano todos los horrores que una guerra civil lleva consigo. Aquí, en Euskal-Herria se abrió una brecha gigantesca. Los vascos hermanos, y no solo hermanos como vascos, sino muchas veces también hermanos de sangre, se enfrentaron en bandos opuestos. Unos eligieron el lado “nacional”, que si bien defendía un tipo de Estado Centralista que nadie quería, se levantó para atajar un estado de cosas insufrible, en el que la libertad de conciencia y la seguridad de los creyentes estaba siendo violada sistemáticamente.
Entre estos había también muchos nacionalistas. El Partido Nacionalista de Navarra entró en su totalidad con el Alzamiento. Y había otros, que compartían también este sentimiento romántico, aunque militaban en otros partidos, que dieron su vida por defender la fe.
Pero otros, muchos, habían caído en el fanatismo que ciega y prefirieron luchar hombro con hombro con aquellos que habían traído el laicismo a España y para los que era un crimen tener un rosario.
Y acabó la guerra y vino la represión y muchos de los vencedores empezaron a insultar el sentimiento vasco, a decir que el diablo estaba con ellos, a reírse de sus costumbres, de su idioma….Y empezó el odio.
Y los hijos de las tinieblas, mas listos que los hijos de la luz, vieron en todo esto un buen caldo de cultivo y empezaron a fomentar el espíritu vasco inyectándole grandes dosis de ideología contraria a él mismo, bien disimulada al principio, cada vez más patente y más contraria a aquello que decían que estaban protegiendo; el espíritu vasco tradicional, la identidad de nuestro pueblo, la conservación de su indiosincrasia y de sus características….Y nació el “mundo” aberzale, sin percatarse él mismo de que estaba trasmitiendo la desintegración de nuestro pueblo. El fin de nuestra identidad.
Hoy en día el PNV se ha traicionado a si mismo y a su lema de Jaungoikoa eta Lege Zarra apoyando las propuestas de la izquierda atea y transigiendo con todos los postulados “progres” globalizadores y promiscuos, pintados, eso sí, de amor a Euskalherria, de banderas, de txistularis y de aurreskus.
Pero ¿Qué es Euskal-Herria para ellos? ¿Qué es la Euskal-Herria que propone y defiende la llamada “izquierda aberzale y todos sus grupos, que varían de nombre cada día? ¿En qué se sostiene?
Han despreciado, incluso combatido, los usos y costumbres cristianos que han sido nuestra característica desde siempre, substituyéndolos por un paganismo inventado que no se sostiene a la más elemental investigación, han manipulado nuestra historia, muchas veces en perjuicio de nosotros mismos y de los antepasados que la forjaron, ridiculizando o calumniando los hechos más gloriosos y las costumbres más santas. Por atacar el poder del Reino y de las Instituciones que lo conformaban, han inventado un pueblo a su medida, a la medida de sus actuales ideologías destructoras de todo lo que no sea homogéneo, masificado, susceptible a toda manipulación.
¿Dicen que defienden Euskal Herria? ¿Qué dicen que es Euskal-Herria? ¿Qué es ser vasco para ellos?
¡Hablar euskera! “Es vasco todo el que habla euskera”, decían en sus propagandas de las últimas elecciones. “Todos los que vengan a Euskal-Herria tendrán que aprender euskera y serán automáticamente vascos. Igual si son gitanos, suecos, moros o esquimales. Todos aprenderán euskera y todos serán vascos”.
Está bien. Ya tenemos un pueblo “homogéneo” que por lo visto solo se distingue de los demás por su idioma. El euskera.
Pero ahora han sacado otra perla. El Euskera (dicen ellos), solo tiene un veinte por ciento de palabras autóctonas. El ochenta por ciento es de raíz latina, griega, mora, española, francesa y vaya-usted-a-saber-señor/a
Y los pobres vascos engañados con el txistu y el tamboril, y una bandera que no les representa, llenos de amor por su Pueblo, luchando con ellos para conseguir un “pueblo” como un puzzle de identidades, eso sí, que habla euskera.
Pero ni siquiera dejan en paz al euskera. Tampoco el euskera representa nada (según ellos). Es solo una “olla podrida” de veinticinco idiomas. La gente, engañada, ¿Se ha puesto a reflexionar sobre eso? ¿Abrirán los ojos? ¿Pero quién les ofrece otra cosa? ¿Los anti-vascos que reniegan de su propia identidad?
¿Quo Vadis Euskal Herria?
*web La Casa de mi Padre