Patxi nos desmonta a nosotros.

Leo con asombro, en la información publicada por Navarra Confidencial, que los estatutos de Aralar (el partido de Patxi Zabaleta) exigen a los expoliados contribuyentes navarros un canon que garantice su existencia a través del presupuesto. No sólo eso, prevé que Aralar Navarra y Aralar CAV puedan transferirse fondos según sus necesidades. Todo lo cual merece sin duda algunas reflexiones.

Por una parte, si Aralar en la CAV necesita dinero para financiar sus nobles actividades, lo suyo es que sea Aralar en la CAV quien se las apañe. ¿No éramos todos soberanistas e independentistas? ¿No era Navarra un “ámbito de decisión”? Si Aralar en la CAV necesita dinero, no hay ningún problema. No es como si lo tuviera que poner Zabaleta. No es como si las mentes alternativas y neosocialistas de Aralar tuvieran que descubrir una forma de buscarse ellos mismos la vida generando el dinero. En vez de eso la izquierda ya conoce un sistema que es expoliar el presupuesto y vivir de las subvenciones a costa de los ciudadanos que generan riqueza en el odioso libre mercado. Pero si necesitan dinero en la CAV, que les suban los impuestos a los ciudadanos de la CAV en vez de quitárselo a los contribuyentes navarros.

Por otro lado, si el estado tiene que pagarle los gastos a Aralar, entonces que todos los bienes de Aralar tengan carácter público. Que yo recuerde, estos señores exigían recientemente la nacionalización de todos las iglesias de Navarra, despreciando las aportaciones de los católicos porque tal o cual municipio ayudó con una subvención a reparar un retablo. Pues bien, exijo entonces por la misma regla de tres la nacionalización de Aralar y todos sus bienes.

Dicen los estatutos de Aralar, además, que no sólo están dispuestos a vivir por la cara del dinero público, sino que tampoco tienen inconveniente en recibir, de forma suplementaria, todo tipo de aportaciones y donaciones amén de las cuotas de sus militantes. Hombre, digo yo que si les estamos pagando el chiringuito todos los navarros, lo menos que se podía pedir es que devolvieran al tesoro público todos los ingresos que obtengan.

Termino el artículo realizando un alegato a favor de la libertad. Es decir, a favor de la autofinanciación. No sólo de Aralar. Que seamos los ciudadanos quienes, en función de nuestras ideas y preferencias, financiemos aquello en lo que creemos. Sólo puede tener miedo a esto quien, en el fondo, no cree en las personas. Es más, ni siquiera cree en sus propios seguidores.

Marcos Andía.

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