Miren ustedes, yo podría entender que, por una razón u otra, un pantano no se hubiera construido bajo las adecuadas especificaciones técnicas o con las pertinentes medidas de seguridad. Es teóricamente posible que una cosa así pudiera suceder, y por tanto lo acepto como hipótesis. El problema es cuando alguien sostiene que TODOS los pantanos construidos están a punto de explotar. Evidentemente algo falla en este razonamiento, y no precisamente el pantano. Si mañana se construye otro pantano, no cabe duda de que quienes profetizan el colapso de Itoiz y Yesa también profetizarían el colapso del nuevo pantano. Eso sin duda tendrá un nombre desde el punto de vista de la psicopatología: pantanofobia, inundafilia, nacionalismo o estulticia, qué se yo. Esto es como si, por ejemplo, el señor Zabaleta compareciera ante los medios, muy serio y cinrcunspecto, diciendo que el día 15 de noviembre el señor Gutiérrez (por poner un ejemplo) morirá a causa de un infarto de miocardio, y argumenta su afirmación con radiografías, electrocardiogramas y testimonios varios de la mujer, la amante, el butanero y una ONG irlandesa independiente. Sería un poco raro, pero podríamos creerlo. El problema es cuando el señor Zabaleta sale y nos anuncia que quienes van a sufrir un infarto el día 15 son todos los ciudadanos cuyo apellido empieza por la letra G. ¡Hombre!, diríamos, definitivamente a ZB se le ha ido la olla. Por eso recomiendo vivamente al señor Zabaleta y a sus juventudes del partido que se centren: o Itoiz o Yesa. Elijan uno y dedíquense a dar la matraca sólo con ése. Al oponerse a todos, pierden ustedes toda su credibilidad. Por cierto: lo progresista es construir pantanos, no pasar sed o inundarse.