Mi amigo Antonio era un tipo brillante. De trato dificil y algo engreído pero muy brillante. Trabajaba en un banco de negocios en USA hasta que lo fichó una multinacional para tratar de recomponer su rumbo -bastante perdido- en España. Durante dos meses estuvo conociendo los entresijos de la compañía y pensando que estrategia seguir y hacia donde llevarla.
Cuando lo tuvo claro, envió un email a sus más inmediatos colaboradores y los reunió para contarles su plan. Los llevó a un maravilloso hotel en la playa y allí reunidos durante dos días les contó su proyecto. La mayoría le miraron entre contrariados, extrañados y cabreados. La empresa lo estaba pasando mal economicamente y él se había gastado una pasta terrible en unos consultores que le habían rediseñado la imagen corporativa de la empresa, le habían vendido unas transparencias chulísimas con unas flechas enormes y unos gráficos multicolores, y los había llevado a uno de los mejores hoteles de la costa. Pero allí no había ni una sola mención o interés por los problemas de liquidez del financiero, por los problemas de suministro del de compras, por los problemas de ventas del equipo comercial…
Pero Antonio siguió erre que erre, y convocó a una macroconvención a todo el personal de la empresa. Sus compañeros de comité de dirección pasaron de él. Sus accionistas también. Menos de la mitad de su equipo acudió a la reunión. Aquella misma mañana, antes de comer, Antonio presentó la dimisión. Mandó su Curriculum a un cazatalentos y hoy dirige una PYME en el sur. Con gran éxito por cierto.
Algo así paso aquí el domingo. Durante 15 días unos políticos se han estado tirando los trastos a la cabeza, gastándose una pasta en viajes, eventos, folletos, abanicos, atriles, escenarios… hablando de temas que llenan portadas, pero que a nadie nos interesan. Mientras tanto, nosotros seguíamos metiendo horas y horas en nuestro trabajo, levantándonos a las 4.45 para coger el AVE de las 7.05 a BCN desde Zaragoza porque el avión desde aquí cuesta como el Falcon ese; contestando emails hasta la madrugada; presentando mil propuestas de venta; ajustando al máximo nuestros gastos operativos, y volviendo a borrar con la goma milán de nuestro hijo una línea más de gastos porque el banco se ha empeñado en decir una y otra vez que "es que en la central están ahora de un estricto"…
Y llegó el domingo. Y los que estábamos trabajando seguimos trabajando y más de la mitad de los navarros les dijimos que nos importan un bledo sus historias. Que no nos llaman la atención sus consultores sociológicos, ni sus powerpoints, ni sus discursos etéreos y sus brillantes coches con antenas, porque aquí seguimos sin AVE, con un aeródromo en vez de aeropuerto, con todas las calles patas arriba y ni una baldosa bien pegada, con un II Ensanche que se hunde por momentos, sin autovía a Madrid, con EREs para 200 tipos durante más de 60 días, trabajando hasta mañana (9 de Junio) para mantener todo este entramado… Y no fuimos a su convención. No fuimos a darles el aplauso cuando pasaban sus maravillosas transparencias… Pasamos de ellos, y nos quedamos trabajando, o descansando, que falta nos hacía.
Pero a ellos les da igual. Aquí no dimite nadie, como hizo Antonio. Aquí nadie manda su curriculum a un Head Hunter para reorientar su vida profesional (quizá porque a pocos sitios puedan ir) aquí nadie asume su culpa ni responsabilidad. Allí no hay EREs, claro.
Mi amigo Luis me cuenta que en la Selectividad de Barcelona en el examen de Lengua les han puesto un texto de Bibiana Aido. En mi selectividad cayó Cela y Lorca. Ahora entiendo que no dimitan…
Cuando lo tuvo claro, envió un email a sus más inmediatos colaboradores y los reunió para contarles su plan. Los llevó a un maravilloso hotel en la playa y allí reunidos durante dos días les contó su proyecto. La mayoría le miraron entre contrariados, extrañados y cabreados. La empresa lo estaba pasando mal economicamente y él se había gastado una pasta terrible en unos consultores que le habían rediseñado la imagen corporativa de la empresa, le habían vendido unas transparencias chulísimas con unas flechas enormes y unos gráficos multicolores, y los había llevado a uno de los mejores hoteles de la costa. Pero allí no había ni una sola mención o interés por los problemas de liquidez del financiero, por los problemas de suministro del de compras, por los problemas de ventas del equipo comercial…
Pero Antonio siguió erre que erre, y convocó a una macroconvención a todo el personal de la empresa. Sus compañeros de comité de dirección pasaron de él. Sus accionistas también. Menos de la mitad de su equipo acudió a la reunión. Aquella misma mañana, antes de comer, Antonio presentó la dimisión. Mandó su Curriculum a un cazatalentos y hoy dirige una PYME en el sur. Con gran éxito por cierto.
Algo así paso aquí el domingo. Durante 15 días unos políticos se han estado tirando los trastos a la cabeza, gastándose una pasta en viajes, eventos, folletos, abanicos, atriles, escenarios… hablando de temas que llenan portadas, pero que a nadie nos interesan. Mientras tanto, nosotros seguíamos metiendo horas y horas en nuestro trabajo, levantándonos a las 4.45 para coger el AVE de las 7.05 a BCN desde Zaragoza porque el avión desde aquí cuesta como el Falcon ese; contestando emails hasta la madrugada; presentando mil propuestas de venta; ajustando al máximo nuestros gastos operativos, y volviendo a borrar con la goma milán de nuestro hijo una línea más de gastos porque el banco se ha empeñado en decir una y otra vez que "es que en la central están ahora de un estricto"…
Y llegó el domingo. Y los que estábamos trabajando seguimos trabajando y más de la mitad de los navarros les dijimos que nos importan un bledo sus historias. Que no nos llaman la atención sus consultores sociológicos, ni sus powerpoints, ni sus discursos etéreos y sus brillantes coches con antenas, porque aquí seguimos sin AVE, con un aeródromo en vez de aeropuerto, con todas las calles patas arriba y ni una baldosa bien pegada, con un II Ensanche que se hunde por momentos, sin autovía a Madrid, con EREs para 200 tipos durante más de 60 días, trabajando hasta mañana (9 de Junio) para mantener todo este entramado… Y no fuimos a su convención. No fuimos a darles el aplauso cuando pasaban sus maravillosas transparencias… Pasamos de ellos, y nos quedamos trabajando, o descansando, que falta nos hacía.
Pero a ellos les da igual. Aquí no dimite nadie, como hizo Antonio. Aquí nadie manda su curriculum a un Head Hunter para reorientar su vida profesional (quizá porque a pocos sitios puedan ir) aquí nadie asume su culpa ni responsabilidad. Allí no hay EREs, claro.
Mi amigo Luis me cuenta que en la Selectividad de Barcelona en el examen de Lengua les han puesto un texto de Bibiana Aido. En mi selectividad cayó Cela y Lorca. Ahora entiendo que no dimitan…
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Carlos Andreu Pintado.